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martes, 20 de marzo de 2012

Dimensión Intelectual


La naturaleza intelectual de la persona humana se perfecciona y debe perfeccionarse por medio de la sabiduría, la cual atrae con suavidad la mente del hombre a la búsqueda y al amor de la verdad y del bien” (GS 15, b), a la vez que “se abre y avanza al conocimiento de Dios y a su adhesión” (PDV 51).

La dimensión intelectual encuentra su razón de ser “en la naturaleza misma del ministerio ordenado y manifiesta su urgencia actual ante el reto de la nueva evangelización” (PDV 51, b). La finalidad pastoral del proceso de formación se manifiesta de manera especial en esta dimensión, la cual brinda elementos intelectuales indispensables para que el presbítero pueda cumplir con su misión principal de “anunciar a todos el Evangelio de Cristo, para constituir e incrementar el pueblo de Dios” (PO 4).
El sacerdote, como pastor, debe brindar con fidelidad la palabra divina que ha recibido y asimilado previamente [...] se trata de la Palabra revelada por Dios, predicada por la Iglesia, celebrada en la liturgia, asimilada en la contemplación, vivida por los santos, profundizada por los sacerdotes. El futuro sacerdote necesita, pues, una sólida formación doctrinal en las diferentes ramas del saber teológico y filosófico” (MV 4, e).
A esta exigencia se debe agregar, en la época actual, los requerimientos de una sociedad que se conduce cada vez con más frecuencia por senderos alejados de la fe, cimentada en “el racionalismo que, en nombre de una concepción reductiva de ‘ciencia’, hace insensible la razón humana al encuentro con la Revelación y con la trascendencia divina” (PDV 7, b). Asimismo, se debe tomar en cuenta el fenómeno del pluralismo, extendido cada vez más, tanto en el campo de lo social como en la comunidad eclesial, el cual exige al sacerdote “una aptitud especial para el discernimiento crítico: es un motivo ulterior que demuestra la necesidad de una formación intelectual más sólida que nunca” (PDV 51, b).
En este sentido, la formación intelectual de los futuros pastores debe tender a “una amplia y sólida doctrina en las ciencias sagradas” (RFIS 59) al tiempo que pretende lograr, en el estudiante, un profundo conocimiento humano, social y cultural, según las exigencias de nuestro tiempo. Lo cual pone de relieve “la importancia del estudio, orientado no sólo a la adquisición de conocimientos, sino como parte complementaria de la propia vocación que hace madurar a la persona en la búsqueda de la verdad, la consolida en su posesión y la llena de gozo al contemplarla” (HM 6).
Esto pone de relieve el carácter integral de la formación, en la cual la preparación doctrinal se encuentra también estrechamente vinculada con los aspectos humanos, espirituales y vocacionales de la formación, ya que conlleva intrínsecamente elementos que conducen al seminarista a una mayor adhesión a la palabra de Dios, lo que a su vez implica un mayor crecimiento espiritual que se verá reflejado en sus actitudes y en las relaciones con los demás.


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