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domingo, 25 de marzo de 2012

Deserción de los ministros sagrados



Deserción de los ministros sagrados




Para iluminar este presupuesto, se parte de un dato porcentual que afirma que el 94,44 %[1]de los sacerdotes que han abandonado o dicen haber abandonado el ministerio por causa del celibato, parece ser un tanto exagerado-adulterado, y debe ser leído e interpretado teniendo presente lo que la moderna psicología ha descubierto y viene repitiendo: cualquier problema personal tiene un matiz afectivo y se puede manifestar en el área afectivo-sexual sin ser originado en esa área, aunque el mismo sujeto no se dé cuenta y crea que el problema sea de naturaleza sexual y se resuelva en esa parcela. Por lo que, esta situación de crisis afectivo sexual ocultaría otra crisis más radical; o la dificultad para vivir el celibato estaría determinada por una facultad distinta y más profunda[2]. En confrontación a esto, Cencini afirma que:




Según Maruca en la configuración de cuatro factores, tomados conjuntamente, es donde se da la decisión de abandonar el ministerio sacerdotal:1). Estar cada día más absorbido por actividades esencialmente seculares; 2) Una renta suficiente para tener una seguridad económica; 3) Un decreciente interés por la oración y la tradicional actividad sacramental; 4) La no disponibilidad para someter a discernimiento lo más secretos vínculos afectivos (Cf. D. Maruca, History, 98)[3].



En definitiva, «es ingenuo y poco científico tomar el hecho del 94,4% de los que piden la dispensa por causa del celibato como dato que refleja una situación y una motivación real y objetiva, o como elementos que manifiestan la verdad intrapsíquica de aquellos (ex) sacerdotes»[4]. Por otra parte, las razones de abandono en la vida consagrada, permiten descubrir que el hecho del abandono a causa de problemas afectivos, en consecuencia del celibato, es más reducido que tiempos anteriores.



En primer lugar, nuestros resultados, por un total de 409 casos, recogidos por las fichas rellenadas por la Secretarías Generales, ofrece la siguiente tabla:



Conflictos con los superiores
17,1 %
Crisis de fe
5,4 %
Problemas afectivos
43,3 %
Inmadurez
21,3 %
Problemas psicológicos
21,0 %
Insatisfacción, cansancio
28,6 %
Otros
22,7 %








Se constata claramente que, una vez más, la causa principal de abandono sigue siendo la de los “problemas afectivos”, que involucra casi la mitad de los casos recogidos (entre los formandos el porcentaje baja al 34 %). Hay que tener presente que las fichas permitían proponer más razones de abandono, y que, a veces, una razón se combinaba con otras, como los problemas psicológicos o conflictos varios[1].



Sin embargo, no basta conocer las razones a partir de encuestas, sino, que es necesario una profundización, guiada por los datos empíricos con que se cuenta y que pueden aclarar el por qué de las modalidades de tal fenómeno. Se presenta las tipologías, que no son sólo una descripción ni una forma de organizar los casos ocurridos, pretenden dar un marco axiomático o una interpretación de los hechos[1].

Por ejemplo el dominico E. van Merrienboer ofrece una tabla a partir de un análisis de las demandas de secularización que llegaron a su curia general en un periodo de 9 años. Tras leerlas a la luz de su propia experiencia, ha elaborado un modelo con cinco tipos:



1) los «aprovechados», o los que llevaban una doble vida hasta cuando ya no fue posible mantener esa situación; 2) los «realizados», es decir quien había llegado a su meta, pero luego, una vez alcanzado el objetivo lo dejó; 3) los «nuevos fundadores», los que hubieran querido cambiar muchas cosas y tenían un proyecto propio, pero no lograron realizarlo; 4) los que «perdieron la esperanza»; 5) los «insatisfechos», que necesitaban cambiar de vida debido a los problemas psicológicos[2].

                                                  

Una propuesta más reciente, y que toma en consideración también un estudio empírico de sacerdotes religiosos jóvenes en el contexto de América del Norte. La realizó Dean Hoge identificando cuatro tipos de dimisiones:



Tipo 1, enamorados: un sacerdote heterosexual se siente solo o poco apreciado y se enamora. Entre un 20 y un 30 %; tipo 2, rechazo del celibato por parte de un sacerdote heterosexual que se siente solo o poco apreciado y decide que no puede seguir el celibato; sin embargo ninguna mujer está implicada en un primer momento. Entre 20 y un 30 %; tipo 3, decepcionados: un sacerdote heterosexual u homosexual se siente solo o poco apreciado y decepcionado por las experiencias con otros sacerdotes o con la jerarquía eclesiástica tras la ordenación. Entre 30 y un 40 %; tipo 4, rechazo del celibato de los homosexuales: un sacerdote homosexual se siente solo o poco apreciado y busca una relación abierta y de largo plazo con un hombre; rechazada la opción de una doble vida. Ente un 5 y un 15 %[3].


En definitiva, el abandono del ministerio sacerdotal se debe a las limitaciones y deformaciones humanas en su conjunto y no específicamente a la afectividad sexual, concretamente al celibato.  Un claro ejemplo es que «según estadísticas recientes el sacerdote se casa, en cuatro de cada cinco casos, por problemas de aislamiento y soledad. Y no rechaza el celibato para fundar una familia, sino para formar una pareja»[4]. Pues, a pesar de tantas fallas que se pueden dar en la vida de algunos sacerdotes, sí es posible vivir el celibato; sí es hermoso guardar continencia perfecta y perpetúa. Y hay que afirmar sin temor a equivocarse, que la mayoría de los sacerdotes son fieles a sus compromisos de castidad absoluta[5].




[1] Datos publicados por la Oficina central de estadística de la Iglesia (Cf. Secretaría de Estado, Tabularum Statisticum Collectio, Ciudad del Vaticano), el motivo aducido por el 94,44% de los 8.287 presbíteros que han abandonado el sacerdocio del 64 al 69 ha sido el celibato, Cf. Colagiovanni, Crisi vere e false nel ruolo del prete oggi, Roma 1973, en Amadeo Cencini, Por amor, con amor, en el amor. Libertad y madurez afectiva en el celibato consagrado, Atenas, Madrid 1996, 83.


[2] Ibid., 84.


[3] Ibid.


[4] Ibid., 84-85.


[1] Unione Superiori Generali, Fidelidad y abandonos en la vida consagrada hoy, 66 Conventus semestralis, Litos, (s/f), 51-52.
[1]Cf. Ibid., 56-57.
[2]E. van Merrienboer, «Of Those Who Leave Us: A Typology», en Review for Religious, enero-febrero (1979) 28-36, en Ibid., 57.
[3] Ibid., 58
[4] Luis de Diego, «Celibato y soledad», enITER 50 (2009) 171.
[5] Felipe Arizmendi, ¿Vale la pena ser hoy sacerdote?, Clavería, México 1998, 108.


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