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lunes, 17 de diciembre de 2012

Un año que se va, un año que se queda!


Por Seminarista Yohan Solórzano
Seminario Jesús, Buen Pastor
Arquidiócesis de Ciudad Bolivar

Apreciamos en nuestro caminar, discernir y formar los valores que nos dan desde plena libertad los seres humanos que nos guían para alcanzar nuestra máxima felicidad, en este caso el hecho del sacerdocio. Mis apreciados hermanos seminaristas del mundo, no es nada fácil encontrarse con tantas cosas y experiencias que nos ablandan y endurecen nuestro caminar, sin embargo sabemos que en Dios alcanzamos y logramos lo que nos proponemos cuando lo hacemos con naturalidad y libertad.

Un año se nos va rápido cuando miramos atrás, pensamos en lo que vivimos y en lo que vendrá, pensamos en la vida y en esto que nos marcará aunque no lleguemos completamente a la entrega total del sacerdocio ministerial. Dios quiere ciertamente algo de nosotros pero en nosotros mismos guiados por el espíritu está el descubrir  eso que llamamos misión, entrega, educación y evangelización. En un año de nuestra vida queda:

Ø  Tristeza, por la pérdida de algún ser querido, por no lograr terminar los estudios como quisiéramos, por no responder como quisieran o por las experiencias duras (personales o familiares) que se presentan en nosotros.

Ø  Evaluación, en sentido personal o grupal. Es decir, revisamos nuestro modo de vivir y obrar, ¿en qué pensé cuando paso aquello o esto?, ¿de verdad Dios quiere esto de mi?, ¿hasta dónde estoy dispuesto a llegar?, y así sucesivas preguntas que nos ayudan a descubrir nuestro mañana y nuestro futuro.

Ø  Fuerza, porque podemos lograr superar muchas cosas (pruebas, obstáculos, sentidos, exámenes, misiones, etc.). fuerza porque somos capaces de llegar más allá si no nos cerramos en nuestro caparazón –yo interior-. Quizás cueste mucho superar las cosas que más nos marcan pero no es difícil.

Ø  Alegría, por éxitos de otros y de nosotros mismos, por los momentos que compartimos con los demás, por las comunidades en donde vamos y damos testimonio de la verdad, por conocer los lugares donde decimos ¡la creación de nuestro Padre Dios es perfecta!, porque compartimos la fraternidad sin mascaras y rencores, porque descubrimos y valoramos el sentido de la hermandad.

Ø  Satisfacción, por nuevos rostros en nuestras vidas, por que otros descubren con nuestros gestos y palabras que vale la pena optar por Cristo, María, y el amor de Dios. Por lo que intelectualmente podemos conocer y a la vez enseñar.


Nos damos cuenta, revisando un año, que tenemos tan sólo una vida para poder dejar huellas en otros con nuestro testimonio, nuestra forma de creer, valorar y enseñar. Sentimos que la familia es base fundamental en nuestro discernir vocacional. Conocemos que no es este el único modo de vivir sino que hay otras formas de cómo Dios nos llama a cumplir una determinada misión en nuestra existencia.


Quizás la vida no es tan fácil como quisiéramos pero así lo quiere Dios. Debemos pensar en un momento en su Santa Voluntad, con desprendimiento absoluto de nosotros mismos, siguiendo aquello en que nos inspira Dios confiar y batallar. La sociedad de hoy quiere hombres verdaderamente preparados, quiere hombres de fe. La Iglesia necesita de hombres que defiendan la postura de nuestra creencia, opta por los hombres de Valor, cree y confía en nosotros que como seminaristas y futuros sacerdotes.


Hay cosas que no entendemos, esto en postura negativa, el hecho de que haya sacerdotes en contra de nuestra forma de vivir y pensar, a veces quisieran que fuésemos como ellos o que pensemos como ellos, pero no. Nos cuestiona y sorprenden los anti testimonios, tanto de laicos como de sacerdotes, pero nosotros estamos más que por ellos, por la Iglesia, por aquello que quiso Jesús. Quisiéramos de verdad que todo fuese como lo profesamos pero nuestros valores, concepciones, ideales, caracteres y temperamentos no dejan que cumplamos eso que decimos. Otras religiones, que se desprenden de la nuestra son más considerables, más abiertas pero con sus normas.


Es necesario que día a día, nosotros hoy seamos la diferencia. Aunque los santos estén completos y los intelectuales sean muchos, nosotros nos impregnemos de ellos para fundamentar nuestra fe y nuestra existencia. La Sagrada Escritura contiene todo lo necesario para que nosotros desde la fe y la experiencia podamos dar credibilidad de la existencia del Dios verdadero en quien creemos, vivimos y morimos. No cabe duda de que nos toca hacerlo bien y de corazón, que amemos esto y creamos en nosotros mismos.


Hay muchos lemas que nos entusiasman y muchos testimonios que nos fortalecen, por eso jóvenes hermanos seminaristas, animo. La vida sigue y la Iglesia cuenta con nosotros.


Cristo vale la pena y vale la vida.


Atte. Yohan Solórzano

2º año de teología

Ciudad Bolívar 16-12-2012


jueves, 13 de diciembre de 2012

La homilía de mi ordenación sacerdotal!


POR MONS. ANGEL FRANCISCO PIORNO
Obispo de Chimbote Perú

El primero de Diciembre me ordené sacerdote en la Catedral de Chimbote - Perú, por manos de monseñor Ángel, obispo de la diócesis de Chimbote, y gusté tanto de la homilía que hoy quiero compartir con ustedes hermanos seminaristas.

Querido Luis Paúl, Queridos Sacerdotes, Queridas hermanas Religiosas, Queridos Padres y Hermanos de Luis Paúl, Queridos Hermanos:

El servicio del Presbítero a La Comunidad Cristiana es un tesoro en vaso de arcilla. Este pensamiento constituye una de las afirmaciones de San pablo sobre el Ministerio y de él se derivan importantes consecuencias para la espiritualidad.

1.      Un sacerdote es, en primer lugar, un TESORO para la Iglesia, porque a a través de su ministerio se hace presente en medio de la comunidad la Palabra de Dios, la Eucaristía del señor y el impulso renovador del Espíritu Santo. A través de su ministerio se realiza la reconciliación de los cristianos entre sí y con Dios. A través de su ministerio se talla la fe de los creyentes, se gesta la cohesión interna de los grupos cristianos y se descubre y cultiva la vocación de los seguidores de Cristo de servir a la sociedad haciéndola más libre, más fraterna y más dichosa. Por esto, un sacerdote es un TESORO para la comunidad.

2.      Pero un sacerdotes es un tesoro en VASO DE ARCILLA, como nos recuerda 2Cor 4,5-7.La humanidad, tu humanidad, LUIS PAÚL, es un vaso de arcilla que contiene, vela y desvela el tesoro de tu Ministerio. Un vaso de arcilla es, en primer lugar, un recipiente modesto. No es un vaso de oro, ni de plata. Es simplemente barro cocido. No nos permite entrever el valor que lleva dentro de sí. Un Sacerdote es una persona con limitaciones físicas, con deficiencias psicológicas y con fallas morales. Le tienta el orgullo, la ambición, la lujuria, la violencia, el deseo inmoderado de bienes materiales y de confort. Sus buenas cualidades están entreveradas con sus defectos.

3.      El VASO DE ARCILLA, además es extremadamente frágil. Se quiebra con facilidad y, al quebrarse, compromete en cierta medida la eficacia salvadora del tesoro que lleva en sí. De ahí la importancia de cuidar este vaso con mucha precaución. El Presbítero tiene que saber que al ser llamado recibe un tesoro que debe cultivar a través de una fidelidad atenta y servicial.

Dios a querido, quiso, que el tesoro del Ministerio Sacerdotal fuera envasado en un recipiente de arcilla. No deja de ser sorprendente y casi extraña esa tenacidad de Dios en trasmitir su salvación a través de medios limitados y humildes.

San Pablo nos da la clave para entender esta conducta de Dios: así se ve con mayor claridad que la fuerza de estos hombres es Fuerza de Dios. Y esta clave conduce a Pablo a una conclusión verdaderamente desconcertante: “Si la fuerza de Dios llega a la cumbre en la debilidad del Apóstol, gustosamente me seguiré apoyando en mis debilidades para que habite en mí la fuerza de Cristo” (2Cor 12,9-10).

Tus limitaciones interiores y dificultades exteriores, querido LUIS PAÚL, lejos de ser un obstáculo para la eficacia de tu ministerio han de ser cauce y vehículo de la fuerza salvadora de Cristo. Él te llamó, como nos recuerda el Evangelio de San Marcos (Mc 3,13-19), con todo lo que eres y tienes y Él no te retirará su confianza porque seas débil e incluso pecador, con tal que sepas reconocer humildemente tu debilidad, aceptarla con paz en aquello que no puedes evitar y procurar subsanarla en aquello que puedes mejorar. Dios no se escandaliza de nuestras limitaciones y ha llamado al Ministerio no a superdotados, ni a superhombres, sino a criaturas de carne y hueso.

El sentimiento de desproporción entre nuestro ministerio y nuestra persona, ha de ser vivo en todo sacerdote sincero y realista. No sólo somos conscientes de la distancia que existe entre lo que decimos y lo que hacemos. Sabemos, además, que toda nuestra preparación, nuestro ingenio, nuestra simpatía, toda nuestra capacidad de amar y de crear no son capaces ni siquiera de un pequeño soplo de salvación.

Además de la distancia moral entre lo que hacemos y decimos, está la otra distancia, la distancia ontológica entre nuestra actividad humana y la salvación divina.

En este inmenso desnivel entre el valor del Tesoro y la calidad de la vasija, a ti querido LUIS PAÚL, te corresponde poner amor. Has optado por el Sacerdocio porque amas con todo tu corazón y con toda tu alma a Jesucristo y porque quieres prestarle tu humanidad para que Él, a través de ti. Hable, actúe, goce y sufra en su comunidad, en su Iglesia.

4.      La tarea que hoy asumes como Presbítero será de actualizar para la comunidad cristiana la Cena Pascual del Señor en la Eucaristía y prolongar la entrega eucarística de Jesús en el servicio humilde a la comunidad cristiana y a sus miembros débiles. Hoy el Señor te coloca, por la acción del Espíritu Santo, al frente de la comunidad. Es un servicio tanto más abnegado cuanto más elevado. Es prolongación del servicio sacerdotal de Cristo que se abajó tanto más cuanto mayor es su Señorío sobre el mundo. L forma de servicio que hoy asumes descarta la arrogancia y el protagonismo, ya que eres enviado en nombre de Cristo a evangelizar a los pobres, a vendar los corazones desgarrados, a pregonar a los cautivos su liberación y a los reclusos su libertad, y a proclamar un año de gracia de Yavhé. Esta tarea profética te va a exigir un servicio sin libro de reclamaciones y te pedirá que silenciosamente cargue los fardos de los demás. La gente te pedirá mucho más de lo que puedes ofrecer. La mayoría te querrá mientras te necesite y te olvidará cuando no te necesite. En más de una ocasión te preguntarás: “Yo, que todo el día me preocupo de los demás. ¿Quién se preocupará de mí? ¿Quién me consolará? ¿En qué hombros podré yo reclinar mi cabeza? Pues bien, en el hombro de Jesucristo, en el hombre de tu obispo, en el hombro de tus hermanos Presbíteros que el día de hoy te acompañan. Ahí recuperarás el aliento para seguir sirviendo, no desde arriba como lo hacen los príncipes, sino desde abajo como un siervo humilde y sufriente. Sólo quien ha experimentado en alguna medida que servir es fuente de libertad y de alegría, asume responsablemente el servicio sacerdotal.

5.      Querido LUIS PAÚL, tu ordenación nos alegra a todos; alegra a tus padres y hermanos que tanto han contribuido a consolidar tus opciones y alegra a la Hermandad que te acogió. Pero, sobre todo, alegra a Jesucristo que se siente seguido, amado y testificado de manera relevante entre los suyos. Que esta alegría sea para ti el regalo duradero del Espíritu Santo que hoy has recibido.

Que la Virgen María te enseñe el abandono confiado, sin reserva alguna, de tu presente y de tu futuro en Dios. Cuando se nos llama a una tarea difícil, nace en nosotros todo un mundo de temores: ¿Podré? ¿Valdré? ¿Resistiré? Ellos constituyen esa reserva cautelosa que nace del noble instinto de conservación. La fe de María consistió en la victoria sobre esa reserva y esos temores. Ella se puso en manos de Dios y fue capaz de decir: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1,38).

No quisiera terminar esta reflexión sin invitarles a todos ustedes a volver la mirada del corazón a la Virgen María, para dejar a LUIS PAÚL bajo su protección y amparo. Que se ella, querido LUIS PAÚL, la que te enseñe a manifestar al mundo a Jesucristo, el fruto bendito de su vientre.

Que así sea.


miércoles, 12 de diciembre de 2012

Afecto entre el formador y el seminarista!


Por Roberto Ávila Rangel
Publicado Por Almas A.C.

Como sabemos, los afectos (emociones, sentimientos, pasiones, estados de ánimo, etc.) forman parte de nuestra vida. En el seminario, la formación se verá permeada por el clima o ambiente afectivo del mismo. Sin embargo, puede pasar que todo este mundo de lo emocional quede desatendido, privilegiándose más lo intelectual. El problema es que si el formador, debido tal vez a su historia o manera de crianza, no puede poner los medios para que haya un buen clima afectivo entre él y los seminaristas, la labor pedagógica se dificulta o bloquea seriamente.
Sin duda alguna, ser formador en un seminario no es una labor sencilla. Si bien existen dificultades de diversa índole, tal vez lo que más causa “dolores de cabeza” es el aspecto de las relaciones humanas. Todo lo que se “mueve” a nivel afectivo, ya sea de manera consciente o inconsciente, va a influir en la menor o mayor calidad del proceso formativo.
Es aquí en donde el formador necesita de cierta sensibilidad afectiva, para detectar lo que sucede en ese nivel emocional. Como ya decíamos, no todo se puede ver de manera clara y explícita, por lo que un aspecto fundamental es mantener una moderada observación del entorno afectivo del seminario.
Sin embargo, como bien dice el dicho, “nadie da lo que no tiene” o, podríamos decir en este caso, “nadie da, lo que no ha trabajado en sí mismo”. Para desarrollar una sensibilidad en cuanto a lo afectivo que se “mueve” en el seminario, es necesario que el formador esté en contacto con sus propias emociones, distinguirlas, así como desarrollar la habilidad para saber identificar hasta qué punto le están facilitando, dificultando o impidiendo la relación con los seminaristas.
La historia personal, la manera en que el formador fue criado en la infancia o, más adelante, formado para el sacerdocio, afectarán su manera de vincularse con los jóvenes del seminario en el que ahora se encuentra sirviendo. Hay ciertas actitudes en su relación con los seminaristas que pueden indicar la necesidad de trabajar con la historia personal y las propias emociones:
  • •Antipatías sin motivo aparente. Por ejemplo, puede ser que sienta rechazo por un seminarista; simplemente, todo lo que hace ese joven es malo (no se puede ver nada bueno en él).
  • •Simpatías exageradas. Por ejemplo, el formador siente especial empatía por dos seminaristas, al punto de tener preferencias y dedicarles más tiempo sin necesidad de que sea así.
  • •Frialdad en el trato. Este aspecto puede camuflarse y hasta pasar por algo virtuoso: “es muy desapegado”, sin embargo, en el fondo hay dificultad cierta evitación del vínculo afectivo.
  • •Excesiva rigidez en su manera de disciplinar. Si bien la disciplina es un elemento esencial de cualquier proceso formativo, tal vez el formador mantenga una postura tan rígida que genera agresión permanente en los seminaristas. La situación suele salirse de control.
  • •Laxitud en su manera de disciplinar. Es el otro extremo del punto anterior. En este caso no hay establecimiento de límites. El formador es percibido por los seminaristas como “amigo” (lo cual no es malo en sí mismo), pero no como autoridad.
Estos son algunos aspectos en los que el formador puede poner atención, pues tal vez hay factores emocionales relacionados con su historia personal y que afecten negativamente la relación y el clima emocional. En caso de que se detecten estas situaciones se puede recurrir a nivel individual a la introspección, aunque también se necesita la retroalimentación de otras personas, como podría ser un compañero formador. En el caso de que la situación sea más problemática, tal vez sea bueno recurrir a el acompañamiento psicológico o pedagógico.
Para reflexionar: ¿Reconozco alguna de estas actitudes en mi relación con los seminaristas? ¿Cuál exactamente? ¿Qué relación podría tener ello con mi historia personal?
Para profundizar:  Linn, Mathew, et al, Cómo sanar las ocho etapas de la vida: la curación de los recuerdos por medio de la oración, México: Grupo Editorial Patria, 2004.


martes, 13 de noviembre de 2012

Las trampas de mi negación:


Por Roberto Ávila Rangel
Publicado por: Almas.mx


Un seminarista suele enfrentarse a una serie de expectativas que los familiares, formadores u otras personas tienen sobre él, tales como que cubra con cierto perfil y comportamiento. En el ámbito afectivo-sexual, dichas expectativas pueden llegar a pesar mucho, sobretodo porque es un aspecto en que nadie tiene un control o dominio absoluto. Existen debilidades y habrá que trabajar en éstas, pero una condición es necesaria: la aceptación.

La etapa en la que un joven entra al seminario, aunque en algunos casos es distinto, generalmente es en la adolescencia o juventud. Estas son unas etapas en las que el seminarista todavía se está descubriendo a sí mismo y, aunque este proceso dura toda la vida, en este momento evolutivo se acentúa más.

El área afectiva-sexual implica especial dificultad, pues baña o permea todo lo que la persona es: sus relaciones, trabajo, apostolado, etc. Es de donde surge la fuerza, el motor que nos impulsa. En la adolescencia esta fuerza se despierta con intensidad como una manera de decirnos: ¡aquí estoy! El problema es que el joven todavía no tiene todos los recursos psicológicos y espirituales, para manejar adecuadamente este nuevo elemento.

Es aquí en donde surgen distintas dificultades o situaciones que generan miedo, frustración, culpa en el seminarista. El impulso sexual puede llevarle a tener conductas que tal vez se perciban como una amenaza a su ser seminarista y que tratará de mantener en secreto. El problema es que la culpa y frustración se sigue acumulando, generando malestar o depresión.

El mayor problema no es tener estas dificultades en lo afectivo-sexual, el problema es que el seminarista caiga en ciertas trampas mentales que le impidan buscar ayuda o salir de la situación. Algunas de las posibles trampas las presentamos a continuación:

Dramatizar la dificultad o creer que es lo peor del mundo. ¿Qué tal si es muy grave mi problema? A nadie más le pasa; todos los demás excepto yo, son perfectos en su vivencia afectiva-sexual.
Minimizar la dificultad o problema. No es tan grave; no hay problema; qué puede pasar. Pensar que leyendo un libro o reflexionando se superará.
Concentrarse en la autoimagen. ¿Qué van a decir de mí? ¿Qué tal si piensan que soy un pervertido, sucio, malo? Me van a correr del seminario; no podré volver a ver a la cara al formador. ¿Y si alguien más se entera? Me van a ver muy mal.
Racionalizar. Por ejemplo, si un seminarista ve pornografía, tal vez pueda pensar: “lo que pasa es que no tengo prejuicios con la estética del cuerpo humano”.
Sobre-estimarse. Todo lo tengo bajo control. Puedo solucionarlo con mis propias fuerzas.

Las trampas se pueden presentar de diversas maneras. Cada persona necesita descubrir cuáles son a las que recurre con más frecuencia. Depende en gran medida de nuestra historia, el tipo de trampas que utilizamos para encubrir nuestras dificultades afectivas y sexuales. Identificar las trampas, es un buen inicio para comenzar a ser más sincero con uno mismo.

Para reflexionar: ¿Identifico alguna trampa de negación en mí? ¿Qué podría estar detrás de esa trampa (emociones, sentimientos, experiencias de la infancia)? ¿Soy totalmente sincero conmigo mismo?


lunes, 12 de noviembre de 2012

Sacerdotes y Seminaristas el latín educa a estimar las cosas bellas!


Por Luis Alva

Desde los inicios de  su pontificado el Santo padre Benedicto XVI ha insistido en el tema de la lengua latina, como la reivindicación del latín en las misas, el regreso al canto Gregoriano, el regreso del latín a las aulas, y el conocimiento serio y profundo de latín por parte de sacerdotes y seminaristas, y ahora lo hace de manera especial mediante el Motu Proprio "Latina lingua", mediante el cual ha creado una inminente Pontificia Academia de la Latinidad, que se agrega a las once ya existentes. 

Hasta ahora, la que se ocupaba de mantener vivo el latín era la fundación “Latinitas”, que se encuentra bajo la tutela de la Secretaría de Estado y que además de publicar la omónima revista y de organizar el concurso internacional “Certamen Vaticanum” de poesía y prosa latina, esta fundación se ha ocupado de traducir al latín un enorme corpus de términos modernos. Ahora con la institución de esta nueva Pontificia Académica de Latinidad se quiere dar una especial atención al conocimiento del latín especialemente por parte de los sacerdotes y los futuros sacedotes, porque "El latín educa para estimar las cosas bellas" , señala Nicolini.


A continuación presentamos la traducción del Motu Proprio “Latina lingua”, que ha sido publicado el día sábado por la Santa Sede, por el cual el Papa Benedicto XVI, con la intención de promover el conocimiento y el uso de la lengua latina, instituye una Pontificia Academia de Latinidad.

Carta Apostólica en forma de Motu Proprio “Latina lingua” con la cual se instituye la Pontificia Academia Latinitatis

1. La lengua latina ha sido siempre tenida en altísima consideración por la Iglesia Católica y por los Romanos Pontífices, los cuales han promovido asiduamente el conocimiento y la difusión, habiendo hecho de ella la propia lengua, capaz de transmitir universalmente el mensaje del Evangelio, como ya es afirmado con autoridad por la Constitución Apostólica Veterum sapientia de mi Predecesor, el Beato Juan XXIII.

En realidad, desde Pentecostés, la Iglesia ha hablado y ha rezado en todas las lenguas de los hombres. Sin embargo, las Comunidades cristianas de los primeros siglos usaron ampliamente el griego y el latín, lenguas de comunicación universal del mundo en que vivían, gracias a las cuales la novedad de la Palabra de Cristo encontraba la herencia de la cultura helenista-romana.

Después de la desaparición del Imperio romano de Occidente, la Iglesia de Roma no sólo continuó valiéndose de la lengua latina, sino que se hizo, en cierto modo, custodia y promotora de ella, tanto en ámbito teológico y litúrgico, como en el de la formación y de la transmisión del saber.

2. También en nuestros tiempos, el conocimiento de la lengua y de la cultura latina resultan muy necesario para el estudio de las fuentes de las que se sirven, entre otras, numerosas disciplinas eclesiásticas, como por ejemplo, la Teología, la Liturgia, la Patrística y el Derecho Canónico, como enseña el Concilio Ecuménico Vaticano (cfr Decr. Optatam totius, 13). Además, en esta lengua están redactadas, en su forma típica, para evidenciar el carácter universal de la Iglesia, los libros litúrgicos del Rito romano, los documentos más importantes del Magisterio pontificio y las Actas oficiales más solemnes de los Romanos Pontífices.

3. En la cultura contemporánea se nota, sin embargo, en el contexto de un generalizado debilitamiento de los estudios humanistas, el peligro de un conocimiento cada vez más superficial de la lengua latina, incluso en el ámbito de los estudios filosóficos y teológicos de los futuros sacerdotes. Por otra parte, precisamente en nuestro mundo, en que ocupan tanto lugar la ciencia y la tecnología, se encuentra un interés renovado por la cultura y la lengua latina, no sólo en aquellos continentes que tienen las propias raíces culturales en la herencia grecorromana. Esta atención es muy significativa ya que no concierne solamente a los ámbitos académicos e institucionales, sino también a los jóvenes y estudiosos procedentes de naciones y tradiciones muy diversas.

4. Es, por eso, urgente sostener el empeño de un mayor conocimiento y un uso más competente de la lengua latina, tanto en el ámbito eclesial, como en el mundo más vasto de la cultura. Para dar relieve y resonancia a ese esfuerzo, resultan muy oportunas la adopción de métodos didácticos adecuados a las nuevas condiciones y la promoción de una red de relaciones entre las instituciones académicas y entre los estudiosos, con el fin de valorizar el rico y multiforme patrimonio de la cultura latina.

Para contribuir a alcanzar esos objetivos, siguiendo las huellas de mis venerados Predecesores, con el presente Motu Proprio instituyo hoy la Pontificia Academia de Latinidad, dependiente del Pontificio Consejo para la Cultura. Es dirigida por un Presidente, ayudado por un Secretario, nombrados por mí, y por un Consejo Académico.

La Fundación Latinitas, constituida por el Papa Pablo VI, con el Quirógrafo Romani Sermonis, del 30 de junio de 1976, se extingue.

La presente Carta Apostólica en forma de Motu Proprio, con la cual apruebo ad experimentum, por un quinquenio, el único Estatuto, ordeno que sea publicada en L’Osservatore Romano.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 10 de noviembre del 2012, memoria de San León Magno, en el octavo año de Pontificado.

BENEDICTUS PP XVI


lunes, 5 de noviembre de 2012

Bienaventuranzas del Seminarista!


Seminario de Madrid

Feliz el seminarista que:

Camina hacia el ministerio sacerdotal a pesar de las objeciones del ambiente, porque sabe que los hombres siguen tiendo necesidad de Dios hoy, mañana y siempre.

Ha descubierto que Dios está vivo y que necesita de hombres que vivan para Él y que lo lleven a los demás.

 Ha descubierto que no se llega a ser sacerdote solo sino en una comunidad de discípulos.

Pone en el centro de su vida la relación personal con Dios en Jesucristo para llegar a ser mensajero de Dios entre los hombres.

Aprende a vivir en contacto permanente con Dios, como punto de referencia que le hace descubrir tanto los errores como todo lo hermoso y bueno que hay en su vida.

Sabe celebrarla Eucaristía con participación interior para encontrarse a Cristo en persona.

Aprende a conocer, entender y amar la liturgia de la Iglesia como un gran coro de oración con los fieles de todos los tiempos.

Vive el sacramento de la Penitencia con una conciencia agradecida de que Dios siempre está dispuesto al perdón, sin ser escrupuloso pero luchando por la santidad y la santificación.

Reconociendo su miseria, llega a ser más tolerante y comprensivo con las debilidades del prójimo.

Sabe apreciar una piedad popular purificada y centrada en lo esencial que le permite integrase con el Pueblo de Dios.

 Estudia con tesón y aprovecha los años de estudio para conocer y comprender la estructura interna de la fe.

 Va consiguiendo un equilibrio justo entre corazón y mente, razón y sentimiento, cuerpo y alma, para llegar a ser humanamente íntegro.

Camina vigilante y atento en un proceso de discernimiento para vivir una humanidad auténtica, pura y madura en la vida celibataria.

Sabe vivir su propia espiritualidad particular en el conjunto de las diversas formas de espiritualidad suscitadas como dones del Espíritu a la Iglesia.

Vive su etapa en el seminario como un periodo en el que aprende con los otros y de los otros.

Asimila la generosidad y la tolerancia para hacer posible el enriquecimiento mutuo en la vida comunitaria.

* A partir de la carta de Benedicto XVI a los seminaristas (18-X-2010)


jueves, 1 de noviembre de 2012

Verme en el otro... ¿ME INCOMODA?


Por J. Roberto Ávila
Fuente: Almas.mex 

La existencia de vínculos afectivos más o menos profundos es una condición para la vivencia de la comunidad, especialmente en un ambiente formativo como es el seminario, en el cual se está en permanente interacción con los compañeros. En este sentido podríamos hablar de una coexistencia, es decir, un compartir el momento y espacio rumbo al sacerdocio, sin embargo hay algo que la mera coexistencia no garantiza: el establecimiento y la calidad de los vínculos afectivos. La dificultad radica en que los vínculos se pueden deteriorar por actitudes o conductas que muchas veces tienen su raíz en experiencias pasadas y de las que no se tiene tanta conciencia.

Las distintas experiencias que tenemos a lo largo de la vida, principalmente en la interacción con los padres o cuidadores, van modelando en nosotros un patrón de respuesta, así como actitudes y conductas en nuestras relaciones interpersonales. Esas primeras experiencias se vuelven un referente, una base desde la cual nos vincularemos siempre.

Para saber cómo me afectaron esas interacciones pasadas, es necesario que me pregunte cómo es la calidad de los vínculos que tengo con los demás: ¿hasta que punto estoy realmente dispuesto a abrirme al otro y a asumir la vulnerabilidad que genera la experiencia del amor, la experiencia de la unión? En ocasiones se han puesto ciertas barreras, debido a desconfianza e inseguridad, situación que dificulta la empatía y la intimidad emocional en el seminario.

Las barreras emocionales que ponemos lo seres humanos en nuestros vínculos afectivos, nos hacen sentir “protegidos” de la vulnerabilidad que implican el vínculo de apego. Hay una memoria afectiva, la cual generalmente actúa de manera inconsciente, moviéndonos a tener actitudes que resultan ser un tanto desconcertantes, incomprensibles o evasivas con los demás.

 ¿Qué actitudes de este tipo podría estar teniendo con los compañeros del seminario?

•Guardarse emocionalmente. Esta es una de los mecanismos más fáciles de camuflar. Puede ser, por ejemplo, que no me involucre en las actividades de convivencia o me mantenga callado, retirándome pronto. Guardo mis alegrías, temores, debilidades, ansiedades y no los comparto con nadie.  Casi nadie es digno de mi confianza.
•Estar a la defensiva o demasiado susceptible. Reacciono con ira ante el menor estímulo o comentario de un compañero.
•Hago suposiciones. Pienso que un compañero está en contra de mí o que los formadores no me quieren, aunque tal vez no tenga razones objetivas para ello.
•Rechazo. No sé exactamente por qué pero me disgusta que los demás quieran ayudarme, acercarse a mí o simplemente hablar. No sé que hacer en estos casos o cómo debo actuar. Me muestro huraño o rígido.
•Actitud de tú o yo. Estoy en constante actitud de querer ganar. En las clases o el fútbol quiero ser siempre el número uno, el que tiene el balón y me cuesta trabajar en equipo, inclusive, en la pastoral busco resaltar.
Estas actitudes que hemos mencionado, es posible que se estén realizando de manera inconsciente. Por ello, sería interesante hacer un análisis o introspección. Además, este tipo de cosas sólo se pueden identificar del todo cuando nos abrimos a la retroalimentación de los demás, de cómo nos ven ellos, que son nuestro espejo. Otro recurso es detectar las reacciones que tienen los demás ante nuestra presencia: ¿son de gusto, indiferencia, alegría, disgusto, rechazo? Asimismo, es bueno buscar un amigo de confianza y que sea sincero, para que nos diga cómo nos percibe.

Para reflexionar: ¿qué tan cómodo me siento cuando estoy con los compañeros del seminario? ¿reconozco actitudes de evasión o aislamiento emocional?

Para profundizar:  Heredia A., Bertha (2005), Relación madre-hijo: el apego y su impacto en el desarrollo emocional infantil, México: Trillas, 144 p


miércoles, 31 de octubre de 2012

Un seminarista en Las Ss!


Por Luis Alva
Estando en el primer año de teología, un sacerdote jesuita, llamado José António quien era mi director espiritual, me empresta un libro titulado: Un seminarista en la SS. Mi primera inquietud era saber que significaban las dos SS. Me inquietaba saberlo por eso inicié su lectura de inmediato. Sin embargo, más allá de descubrir esas siglas, descubrí una luz que ilumino mi vocación. Las terribles experiencias vividas por Gereon Goldmann en la Segunda Guerra Mundial, no eran más que un animarme y una ayuda para vencer mis pequeñas e insignificantes "terribles experiencias" que la vida me presentó. Te presento a continuación una breve sinopsis del libro y al final un enlace para que puedas acceder a su lectura. Así, te darás cuenta que sí se puede llegar a ser sacerdote a pesar de las muchas "terribles experiencias" que se nos pueda presentar en el camino vocacional. Aquí te dejo la historia apasionante de un seminarista franciscano.
Un seminarista en las SS es el apasionante relato autobiográfico de las increíbles aventuras vividas por un joven seminarista franciscano reclutado forzosamente por las SS de Hitler al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Sin traicionar a sus ideales cristianos, Gereon Goldmann fue capaz de completar su formación sacerdotal, ser ordenado, y ejercer secretamente su ministerio con los soldados católicos alemanes y con las víctimas civiles inocentes atrapadas en los horrores de la guerra.   El Padre Goldmann cuenta las múltiples ocasiones en que escapó de una muerte segura gracias a ayudas providenciales, sus experiencias en los tribunales de guerra en los que fue juzgado, su vida en el terrible campo de prisioneros en Kasr-Es-Souk, en el Marruecos francés, la diabólica persecución que él y sus camaradas católicos sufrieron a causa de su fe, etc. El relato es un extraordinario testimonio del poder de la Providencia y del imperecedero valor del amor, la fe y el sacrificio.  Para Alice von Hildebrand se trata de "una obra realmente sorprendente. El lector se siente cautivado desde la primera línea hasta la última. Es un libro de lectura indispensable".  Gereon Goldmann nació en Ziegenahin (Alemania) en 1916. Se hizo novicio franciscano en 1936. En 1939, junto con otros compañeros, fue reclutado forzosamente por el Régimen nazi e incorporado a las SS. Vivió como soldado durante toda la guerra aunque siendo fiel a su condición religiosa y, finalmente, después de ser capturado, pudo ordenarse sacerdote en 1944. Posteriormente estuvo en un campo de prisioneros en Kasr-Es-Souk, en el Marruecos francés, hasta que fue liberado en febrero de 1946. En 1954 se trasladó a Japón, algo que había deseado durante toda su vida, donde desarrolló una intensa actividad pastoral y asistencial, siendo el promotor de numerosas iniciativas. Residió también en la India, donde fue nombrado provincial de los Carmelitas en Manalikara. En sus últimos años volvió a su país natal, Alemania, donde murió en 2003. (Sinopsis tomado de la Palabra.es)


martes, 30 de octubre de 2012

¡Cuidado con la soledad!


Por Remedios Falaguera
Fuente: InfoCatolica

Nadie duda que la vocación de los sacerdotes es una de las más difíciles de vivir. Muchos de ellos están solos. Y esta soledad, que les puede llevar a la rutina, a la frialdad, al desanimo ante la falta de respuesta de su pastoral, o al abandono de sus sagrados deberes sacerdotales, puede ser la Cruz más difícil de llevar a lo largo de su ministerio.

“Vivir en medio del mundo sin ambicionar sus placeres. Ser miembro de cada familia sin pertenecer a ninguna; Compartir todos los secretos; perdonar todas las ofensas; ir del hombre a Dios y ofrecer a Él sus oraciones. Regresar de Dios al hombre para traer perdón y esperanza. Tener un corazón de fuego para la caridad y un corazón de bronce, para la castidad; enseñar y perdonar, consolar y bendecir siempre, ¡Dios mío, que vida! Y esa es la tuya, ¡Oh sacerdote de Jesucristo!”2

Por ello, nosotros, su pueblo, no debemos dejarles solos. No debemos dejar que se sientan incomprendidos, marginados o abandonados espiritualmente por sus propios fieles. “Porque la soledad es mala consejera y cuando todos nos retiramos ellos necesitan alguien en quien poder apoyarse… Sin lugar a dudas Dios les da fortaleza, pero el demonio es donde mas trabaja, también. No los dejen solos y si no los pueden acompañar hagan siempre oraciones por ellos, aun la más pequeña en cualquier momento del día, todos los días. Ellos deben guiar más almas a la Casa del Padre. Deben ser firmes en su elección”.3

¡Hay que “cuidar su alma”!
De hecho, tenemos el deber de ayudarles no solo en las necesidades materiales sino también en las espirituales y pastorales. En la amistad fraterna, en la oración , y por supuesto, en la colaboración de las actividades pastorales.
“Para avanzar en la vida espiritual necesitas a alguien que te ayude, que te ilumine a la hora de discernir las situaciones, que te ayude también a resolver tus propias contradicciones, tus ocultaciones implícitas y subconscientes, y quizá no demasiado culpables, y que te ayude también en los momentos de desánimo y de desilusión, por disgustos que a veces nos vienen pues porque, en fin, nadie es perfecto en la Iglesia, ni siquiera los obispos, ni los cardenales ni los vicarios ni nadie, y a veces, en el ejercicio de la obediencia se sufre".4

Este año se celebra el 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y siguiendo sus orientaciones en el decreto Presbyterorum Ordinis “para que el ministerio de los presbíteros se mantenga con más eficacia en las circunstancias pastorales y humanas, cambiadas radicalmente, y se atienda mejor a su vida, este Sagrado Concilio declara:

Recuerden los presbíteros que nunca están solos en su trabajo, sino sostenidos por la virtud todopoderosa de Dios: y creyendo en Cristo, que los llamó a participar de su sacerdocio, entréguense con toda confianza a su ministerio, sabedores de que Dios es poderoso para aumentar en ellos la caridad. Recuerden también que tienen como cooperadores a sus hermanos en el sacerdocio, más aún, a todos los fieles del mundo (…) Guiados por el espíritu fraterno, los presbíteros no olviden la hospitalidad, practiquen la beneficencia y la asistencia mutua, preocupándose sobre todo de los que están enfermos, afligidos, demasiado recargados de trabajos, aislados, desterrados de la patria, y de los que se ven perseguidos. Reúnanse también gustosos y alegres para descansar, pensando en aquellas palabras con que el Señor invitaba, lleno de misericordia, a los apóstoles cansados: “Venid a un lugar desierto, y descansad un poco” (Mc., 6, 31). Además, a fin de que los presbíteros encuentren mutua ayuda en el cultivo de la vida espiritual e intelectual, puedan cooperar mejor en el ministerio y se libren de los peligros que pueden sobrevenir por la soledad, foméntese alguna especie de vida común o alguna conexión de vida entre ellos, que puede tomar formas variadas, según las diversas necesidades personales o pastorales; por ejemplo, vida en común, donde sea posible; de mesa común, o a lo menos de frecuentes y periódicas reuniones”.5

De ahí que no nos extrañe que en las Preces por los Sacerdotes le encomendemos a nuestro Señor, no solo por un corazón de Buen Pastor para el Santo Padre, y por la solicitud paternal y el compromiso de los obispos para con sus sacerdotes, sino que clamamos al Señor por la fidelidad, la obediencia, la alegría, y la unidad de todos los sacerdotes para que “transformándolos en Ti, Señor, el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra”.

Entre ellas hay algunas muy entrañables que rezan así:

“A los sacerdotes pobres, socórrelos, Señor.
A los sacerdotes enfermos, sánalos, Señor.
A los sacerdotes ancianos, dales alegre esperanza, Señor.
A los tristes y afligidos, consuélalos, Señor.
A los sacerdotes turbados, dales tu paz, Señor.
A los que están en crisis, muéstrales tu camino, Señor.
A los calumniados y perseguidos, defiende su causa, Señor.
A los sacerdotes tibios, inflámalos, Señor.
A los desalentados, reanímalos, Señor.
A los que aspiran al sacerdocio, dales la perseverancia, Señor”.6

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1.Cardenal Arzobispo de Madrid Antonio María Rouco Varela, Acompañamiento y dirección espiritual. De la crisis a la recuperació. Diálogos de Teología 2011, organizadas por la Biblioteca sacerdotal Almudí y la Facultad de Teología de Valencia, 14 de octubre 2011
2.Fr. Enrique Lacordaire, O.P. Sacerdote de Jesucristo, poema.
3.Margarita Ramirez Cruz (Madre espiritual del Excmo Sr Don Victorino Alvarez Tena, 1er Obisapo de Celaya, Gto
4.Cardenal Arzobispo de Madrid Antonio María Rouco Varela, Acompañamiento y dirección espiritual. De la crisis a la recuperació. Diálogos de Teología 2011, organizadas por la Biblioteca sacerdotal Almudí y la Facultad de Teología de Valencia, 14 de octubre 2011.
5.Presbyterorum Ordinis , p. 8,p.10
6.Preces por los Sacerdotes


lunes, 29 de octubre de 2012

LAS 58 PROPOSICIONES SINODALES: puntos más significativos de cada una de ellas

Salvador Pié-Ninot,
experto sinodal
 
 
Este Sínodo, en la práctica, ha privilegiado la comprensión de la Nueva Evangelización como nuevo ardor, nueva fuerza y nuevos métodos en la misión fundamental de la Iglesia, y esto se puede ver en las 58 Proposiciones votadas por el Sínodo que se presentan al Papa, así como en el Mensaje al Pueblo de Dios, dirigido a toda la Iglesia. Por esto, la novedad más propia de este Sínodo está en la conciencia viva y generalizada, puesta de manifiesto, de que estamos ante un momento fuertemente novedoso, y de que hace falta afrontarlo con lucidez para que el anuncio y el testimonio del Evangelio sean de nuevo una Buena Noticia para todos aquél que esté abierto a acogerla!

Todo esto, este Sínodo lo ha vivido con intensidad a partir de la escucha del latido de las distintas iglesias de toda la Católica - con más de 260 intervenciones - y al final se ha intentado iniciar algunos pasos mediante la formulación de 58 proposiciones, orientadas muchas de ellas a mejorar, a realizar con nuevo ardor y con nuevos métodos, nuestra pastoral ordinaria, apuntando y esbozando algunos elementos de lo que tendrá que ser progresivamente aquella Nueva Evangelización que responda a la realidad cambiante, secularizada y pluralista en que vivimos. Por esto, el gran símbolo–síntesis de este Sínodo es la Samaritana, en el desierto, en búsqueda del agua viva, con la posibilidad de encontrarse con el Señor, de cambiar de vida, y de dar testimonio... Y por esto es su mejor herencia!

 
LAS 58 PROPOPOSICIONES SINODALES: puntos más significativos de cada una de ellas.

Se puede destacar que las 58 proposiciones tienen un denominador común: el proponer algún punto para reforzar con más ardor alguno de los aspectos habituales de la misión ordinaria evangelizadora de la Iglesia (liturgia, misión, caridad, testimonio, servicio....). Los puntos más significativos aportados aquí son aquellos que presentan elementos de cierta novedad, ya sea por su subrayado, que son la mayoría y van marcados con un +, o ya sea por su formulación nueva, que incorpora a menudo un lenguaje de una teología de frontera y de diálogo, en clave teológico-fundamental, y van indicados con un *. La referencia central al Concilio Vaticano II va marcada con dos **:  

1: documentos a entregar al Papa Benedicto XVI: las Actas de todo el que se ha hecho en el Sínodo.

2: acción de gracias del Sínodo a todos los participantes: Papa, Obispos y otros sinodales, expertos, auditores, auxiliares.

3: sobre las Iglesias Católicas Orientales: reconocimiento de su testimonio peculiar y difícil en Oriente Medio.

4: +hay que hacer más activa la propia identidad cristiana.

5: *renovación de la fe y de la inculturación con atención a los “signos de los tiempos” y a los cambios de nuestro mundo.

6: +la proclamación del Evangelio: centrada en el misterio pascual de Jesucristo

7: *unidad de los tres aspectos del Evangelización: a) la ordinaria, de crecimiento en la fe; b) el anuncio a quienes no conocen Jesucristo; c) la Nueva Evangelización de los bautizados alejados: todo hacia un nuevo Pentecostés.

8: *la fuerte secularización: situación nueva!; auto-comprensión de la Iglesia como un “pequeño rebaño” (Lc 12,32).

9: *importancia de la primera proclamación de la fe cristiana –kerygma- y de un breve elenco de su contenido.

10: +el derecho a proclamar y escuchar el Evangelio, excluyendo todo “proselitismo”

11: +promoción de la Biblia como alma de toda la Evangelización con la Lectio divina.

12: ** reafirmación del Concilio Vaticano II, siguiendo la interpretación del Papa Benedicto, como un concilio de “reforma dentro de la continuidad” (solemne celebración el 11 de octubre del 50 aniversario de su inicio).

13: *provocaciones del secularismo: la soledad, la carencia de sentido...; hay que mostrar la verdad y belleza del Evangelio.

14: *reforzar la función reconciliadora y pacificadora de la Iglesia en el mundo.

15: *recuperar los derechos humanos y su fundamentación.

16: +la libertad a elegir la propia religión como derecho fundamental.

17: *profundizar la relación entre fe y razón, con los ‘preámbulos de la fe’ o condiciones de su posibilidad;  hace falta una teología de la credibilidad y una forma nueva de apologética (como respuesta no polémica, sino propuesta).

18: *la importancia de los medios de comunicación, especialmente el mundo de la comunicación electrónica.

19: +la nueva Evangelización, de acuerdo con la doctrina social de la Iglesia, exige la libertad, la vida y la justicia.

20: *la belleza como vía para la nueva evangelización: “amamos aquello que es bello”, dice san Agustín.

21: *los emigrantes: hay que acogerlos, respetando sus tradiciones rituales y su testimonio.

22: +*necesidad de auto-conversión de los propios obispos, pidiendo también perdón.

23: +la santidad, decisiva en la obra evangelizadora.

24: +recordar el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia para la presencia cristiana a la sociedad.

25: *atención a las grandes ciudades y áreas metropolitanas como lugares humanamente complejos y desafiantes.

26: +la parroquia: lugar básico de evangelización, que debe ampliar mucho sus miras y horizontes.

27: +escuelas y universidades: velar por su identidad, siendo decisiva una amplia corresponsabilidad de los laicos.

28: +necesidad de una verdadera catequesis de adultos.

29: +importancia renovada de la catequesis y de la formación de catequistas; subrayado en el Catecismo y su Compendio; *propuesta de que los Obispos locales puedan instituir un ministerio del catequista.

30: +*importancia de estudiar teología como ciencia de la fe.

31: +reafirmar la importancia para toda la Iglesia de la opción preferencial por los pobres.

32: +atención espiritual a los enfermos y a todos quienes los velan y acompañan.

33: +*que exista en cada diócesis al menos un lugar especial para el sacramento de la reconciliación.

34: +relanzamiento del valor del domingo, como día del Señor.

35: +*la liturgia, expresión primaria de la Nueva Evangelización, como “óptima escuela de fe”.

36: *redescubrir la dimensión también contemplativa de la evangelización.

37: *significatividad para la Nueva Evangelización del sacramento de la Confirmación.

38: +atención especial renovada a la iniciación cristiana y al orden de sus tres sacramentos.

39: *la religiosidad popular: debe aumentarse su valor para la vida cristiana.

40: *agradecimiento por la creación del “Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización”.

41: *la Iglesia particular y todos sus miembros: sujetos activos de la Nueva Evangelización.

42: +potenciar una “acción pastoral integrada” en cada diócesis.

43: +reconocimiento de los ‘nuevos’ movimientos, que deben cooperar estrechamente con la diócesis y las parroquias.

44: +*la parroquia: lugar de fuerte dinamización para la Nueva Evangelización.

45: +*más atención, respeto y dinamización de la presencia del laicado en el mundo.

46: +*reconocimiento particular a las mujeres por su papel decisivo en la nueva evangelización.

47: *importancia de una formación adecuada a los distintos destinatarios (jóvenes, agnósticos, ancianos...).

48: +la familia: punto central y base de la nueva evangelización; *atención a los matrimonios ‘rotos’.

49: +dimensión pastoral del ministerio ordenado (obispos, presbíteros, diáconos); *se lamentan los escándalos ocasionados.

50: +la vida consagrada: expresión de la fuerza del Evangelio; invitación a seguirla.

51: +los jóvenes: importantes ya como el presente y no sólo como el futuro!; *utilidad del YOUCAT.

52: **testimonio ecuménico de la celebración del 50 aniversario del Concilio Vaticano II, con presencia del Patriarca Ecuménico de Constantinopla y del Arzobispo primado de Inglaterra, unido a otras confesiones cristianas.

53: *importancia del diálogo interreligioso con una atención particular y ‘delicada’ hacia el Islam

54: *diálogo entre fe y ciencia, con una visión de la razón “abierta al misterio”.

55: *el Atrio de los Gentiles, modelo del diálogo fe/cultura; las instituciones educativas pueden promoverlo.

56: + custodia de la creación como obra buena de Dios.

57: +* se debe velar por la transmisión de la fe.

58: +* María: Estrella de la Nueva Evangelización: que por ella la Iglesia sea casa para muchos y Madre de todos.