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martes, 29 de mayo de 2012

Primera etapa: Nacimiento

Autor: José Luis Moreno
Fuente: DPV

a.    El nacimiento de una idea fecunda en el contexto socio-eclesial

El día del seminario surge en el contexto eclesial de la preocupación por las vocaciones sacerdotales. Hasta el siglo XIX no se nota la escasez de sacerdotes. Es en Francia la primera que empieza a sentir los efectos negativos de su revolución y también la primera que reacciona en la segunda mitad de ese siglo con la creación de obras diocesanas a favor de las vocaciones, como ocurrió pronto en otros países de Centroeuropa.

La Santa Sede en 1883 enriquecía con indulgencias a la obra de París. León XII en la encíclica Paternae (1899) recomendaba el cuidado de los seminarios. San Pio X en 1913 extendía los favores espirituales concedido a la obra de París a las demás obras y asociaciones a favor de las vocaciones que entretanto habían surgido en gran número. En 1921 Benedicto XV organizó la obra de las vocaciones en la diócesis de Roma y la recomendó a los obispos checoslovacos; Pio XI, que dio un gran impulso a la creación de nuevos edificios de seminarios en Italia y en el mundo entero, exhortaba a promover en las diócesis la obra de las vocaciones eclasiásticas, a la que llamaba “la obra de las obras”.

En España la escasez de vocaciones comenzó a palparse algo más tarde, como consecuencia de la revolución de 1868, que provocó el cierre de varios seminarios y un fuerte descenso en el número de seminaristas. Uno de los pioneros en la preocupación por las vocaciones fue el beato Manuel Domingo y Sol, quien en 1873 funda el colegio de San José para formación de seminaristas y en 1883 la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos.
b.    Los sacerdotes operarios y el seminario de Plasencia

Justamente en el “humus” creado por los sacerdotes operarios y a iniciativa de ellos es como surge la celebración del “día del seminario” y su correspondiente campaña en cuanto acción diocesana. Dicha iniciativa esta inseparablemente unida a la figura del beato Pedro Ruíz de los Paños, que había de morir mártir en 1936 en Toledo. Primero en el seminario de Sevilla después en el de Plasencia promueve campañas de ayuda económica al seminario y de difusión doctrinal sobre el sacerdocio, con la hija mensual Fomento de vocaciones eclesiásticas y la revista infantil El sembrador, que se extendieron por toda Europa.

La idea de celebrar una colecta especial a favor de las vocaciones sacerdotales en la fiesta de San José surge por estos años en Tortosa, en una circular del obispo del año 1921 sugerido por los operarios. Donde primero encuentra eco la idea es el a diócesis de Plasencia, que ya era terreno abonado para fructificar. En 1923 el obispo placentino Regueras López instituye el día del seminario “con el doble fin de promover en toda la diócesis oraciones por las vocaciones eclesiásticas y colecta a favor del fomento de aquellas”.

El detonante de esta decisión fue el mandato de Pio XI, en carta de 8 de junio de 1923 al vicario de Roma, de instituir un día a favor de las vocaciones sacerdotales, con carácter preceptivo para Roma, a fin de que sirviera de ejemplo para las demás, determinando que fuera en un día fijo del mes de junio, para impetrar vocaciones al Corazón de Jesús (AAAS 15 [1923] 348-349).

La diócesis de Vitoria también se hizo eco muy pronto de este deseo del Papa y el obispo estableció ese mismo año 1923 el 7 de octubre, fiesta del Rosario, como día de oración a favor de las vocaciones sacerdotales, y al año siguiente prescribió la organización de las colectas anuales: a mediados de junio y a principios de curso, colectas que continuaron hasta 1936.

Pero en cuanto campaña del día del seminario propiamente dicha, fue Plasencia la primera que la organizó, también en ese año 1923. Comenzó celebrándose el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, patrona del seminario diocesano. A partir de 1926 se estableció el 19 de marzo, fiesta de San José, uniéndose así al día que había empezado a promoverse en las diócesis en cuyos seminarios estaban presentes los operarios: Orihuela, Murcia, Belchite, Cádiz …
c.    Una idea bien acogida

La llama encendida fue prendiendo también en otras diócesis y se avivó ante la nueva situación que se había creado en la segunda república. En un contexto social más alejado de la Iglesia e incluso hostil, y con las nuevas medidas políticas de suprimir la asignación al clero, se experimentó una fuerte disminución de seminaristas y también de las ayudas al seminario por parte de los fieles, que ahora tenían que subvenir al sostenimiento de los sacerdotes y del culto. Esta situación espoleó a los seminarios en la doble línea de fomentar las vocaciones y de buscar ayuda económica para ellas. Entonces, por lo demás estaban convencios de que, si resolvía el tema económico del seminario, no faltarían las vocaciones.La semana “Pro Seminario” que se celebró en Toledo en 1935, como luego comentaremos, fue lugar de resonancia de estas preocupaciones y a la vez estímulo de nuevas acciones en las diócesis.

Son varias las diócesis que emprenden iniciativas e cara al seminario en estos años. En Valladolid se instituye la obra de las vocaciones y comienza a celebrarse el día del seminario el 29 de junio de 1934. En otras se fomenta las fundaciones de becas y se instituye la aplicación de misas de binación a favor del seminario (en 1935 lo harán Madrid, Almería y Huesca). En Ciudad Real se organiza en 1936 la obra de vocaciones, con la publicación de una hoja ilustrada Vocaciones eclesiásticas y se instituye el día del seminario en la fiesta de San José. En Toledo el cardenal Gomá en una exhortación de 16 de marzo de 1936 refuerza la obra de vocaciones estableciendo nuevos desarrollos: la oración perpetua a favor del seminario, el día del seminario y la “Asociación diocesana de Jesús Sacerdote”. En Plasencia en 1936 se crea, por impulso del rector del Seminario Menor don Juan Sánchez Hernández, la “selección infantil sacerdotal”, una organización para fomentar las vocaciones en los niños. Aquí, como en otras diócesis se establecen los “coros” en las parroquias a favor del seminario y las vocaciones.

Una de las diócesis más dinámica en este campo por esos años es la de Calahorra y la Calzada: el obispo don Fidel García, tras inaugurar el nuevo seminario en 1929, establece en 1931 el día del seminario con la colecta en la fiesta de Cristo Rey en instituye la obra de las vocaciones eclesiásticas en 1993, dándole como titular a Cristo Rey, y ordenando cuatro días al año para predicar, orar y ayudar económicamente al seminario: navidad, San José, Pentecostés y Cristo Rey. Dirigida la obra por el rector del seminario, don  Fernando Bujanda, que desarrolló una amplia campaña de difusión, produjo frutos abundantes tanto en vocaciones como en becas para seminarios.
d.    La semana “Pro Seminarios” de 1935 en Toledo

La semana “Pro Seminario” celebrada en 1935 en Toledo constituye el punto culminante de esta primera etapa y la puesta en marcha de acciones que se vieron truncadas con la guerra civil de 1936, pero que quedaron ahí como gran sembrado para fructificar a partir de 1939. La semana fue una iniciativa de don Pedro Ruiz de los Paños, Director general de la Hermandad de Sacerdotes Operarios, a la que dio todo su apoyo elcardenal Gomá. La organizaron los operarios del seminario de Toledo y se concibió como un conjunto de ponencia, a las que se podían presentar memorias. Se inscribieron unos dos mil trescientos seminaristas y participaron diez obispos. Los temas tratados giraban en torno a las causas y remedios de la crisis de vocaciones sacerdotales. Se publicaron un denso volumen, que, debido a la guerra, no pudo editarse hasta 1938.

Sobre el objeto de nuestro estudio había una ponencia, “El día del seminario”, que corrió a cargo de don Ramón Rojo, arcipreste de Cazorla, quien explicaba la necesidad de crear el día del seminario. Al tema se presentaron dieciocho memorias, que, recogiendo la experiencia ya existentes, proponían diversas formas de propagandas (hoja, estampas, prensa, radio, cine, veladas teatrales), oraciones y preparación en los días anteriores, predicación y fiesta eucarística en el día, para darle dos objetos principales: la oración por las vocaciones y la colecta a favor del seminario. Varias de las memorias, sobre todo las enviadas por sacerdotes operarios (José María Feraud, Juan Sánchez e Isidoro Bover), insistían en que se estableciera un día en la misma fecha para todas las diócesis de España, que permitiera llegar a la gran prensa y encargar a una casa todo el material de propaganda e, incluso, crear un secretariado nacional con amplias facultades para organizar esta fiesta. Se propuso como fecha más conveniente la fiesta de San José.

Esta semana “Pro Seminarios” celebrada en la diócesis primada tuvo un impacto fuerte en las diócesis, a través de los participantes y de la difusión que le dio la prensa. El fruto se vio inmediato en algunas diócesis, que implantaron el día del seminario el 1936 (Toledo, Ciudad Real). Pero tras la guerra cuando la semilla fructificó, fecunda en iniciativas de pastoral vocacional y en el resurgir de los seminarios. El paréntesis de la guerra resultó doloroso, mas no vacío y estéril, porque la semilla fue regada por la sangre de varios mártires de los que participaron y organizaron la semana, entre ellos su principal autor, el beato Pero Ruiz de los Paños, además de miles de sacerdotes y de cientos de seminaristas muertos por su vocación.


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