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jueves, 10 de mayo de 2012

Aproximación descriptiva


Trasfondo teológico-pastoral de la Jornada Mundial  de la Juventud creada por el Papa Juan Pablo II

 Jesús Pulido Arriero[1]

Esta exposición pretende reflexionar sobre la racionalidad teológico-pastoral de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) creadas por Juan Pablo II, es decir, resentar un marco general, unas coordenadas teológicas y pastorales en las que las JMJ encuentran su lógica interna y su puesto en la pastoral de la Iglesia. Empezaré por un acercamiento general-descriptivo; continuaré situando las Jornadas Mundiales de la Juventud en la acción pastoral de la Iglesia; describiré los elementos que las constituyen (estructura, organización, participantes); y finalmente intentaré identificar las opciones teológico-pastorales que encierran. El objetivo es mostrar que las JMJ, tras veintiséis ediciones, no son un «evento» aislado sino que forman parte de un proyecto, de una concepción pastoral de la Iglesia, cuya lógica reflejan en su desarrollo.

1. Aproximación descriptiva

Las «Jornadas mundiales» son un «género» no exclusivo ni originario de la Iglesia, aunque en la Iglesia hayan adquirido características propias y peculiares. Una «Jornada mundial» es una convocatoria anual en torno a un tema al  que se le asigna un día del año. Y todas en conjunto crean una especie de  «calendario laico», es decir, no de santos sino cuestiones a tener presentes  permanentemente, como cuando nos apuntamos en la agenda un compromiso o un aniversario. Así  se ha ido creando un nuevo calendario que «santifica» (ordena) el tiempo no con los santos del cielo, sino con la preocupación o el compromiso por las cosas de la tierra, un calendario secular.

A partir de esta descripción general, un publicista francés, Vincent Tondeux, ha tenido la paciencia de rastrear todas las  Jornadas mundiales actualmente en vigor a lo largo del año. Después de descartar las que no pasan de ser una reunión de amigos a pesar de un título tan pretencioso, las que no tienen trayectoria de años  y pueden ser efímeras, y las que, convocadas por sectas o grupos marginales, difunden ideas lesivas contra la dignidad humana, ha enumerado 190  «Jornadas mundiales», que surgen con la noble pretensión de concienciar a toda la sociedad sobre cuestiones relevantes del momento. Según él, no basta instituir una Jornada mundial para dar visibilidad a una iniciativa;  se necesita capacidad mediática para promoverla, sensibilidad organizativa para movilizar a las personas implicadas, y la humildad suficiente para no considerarse depositarios en exclusiva. Sirven para llamar la atención de la opinión pública internacional sobre algunos problemas de carácter global, para urgir a los agentes interesados y promover soluciones. Normalmente son decretadas por la ONU –es el caso de 90 de ellas– o por Iglesias o confesiones religiosas, asociaciones sindicales o  ciudadanas, instituciones de carácter mundial.

Los centros de interés de estas  «Jornadas mundiales» ayudan a su comprensión: algunas proponen temas de salud (Jornada mundial contra el cáncer, el SIDA, el Parkinson, el autismo…), otras temas de carácter social (Jornada mundial contra la discriminación racial, de la mujer, del niño, del trabajo…), otras defienden el medio  ambiente (Jornada mundial de la Tierra, los océanos, del  hábitat…); algunas son de tipo cultural (Jornada mundial del teatro, la danza…), y no faltan otras más difíciles de clasificar (como la Jornada mundial de la bici o la risa…).

 En concreto, la Iglesia católica tiene convocadas 8 Jornadas mundiales: 

1. Jornada Mundial de las migraciones, instituida en 1911 por Pío X, se celebra el 3er domingo de enero, responde a los éxodos migratorios provocados por la revolución industrial. Por su sensibilidad y su cercanía está en contacto con el despertar de la doctrina social de la Iglesia.

2.  Jornada mundial de la misiones, instituida por Pío XI en 1926; se celebra el penúltimo domingo de octubre.

3. Jornada mundial de oración por las vocaciones, instituida por Pablo VI en 1963, se celebra el 4º domingo  de Pascua, y está vinculada a la Pontificia Obra de las Vocaciones Sacerdotales.  

4. Jornada mundial de las comunicaciones sociales, instituida por Pablo VI en 1966, unida al Pontificio Consejo de las comunicaciones sociales.

5. Jornada mundial de la paz, instituida por Pablo VI en 1968, se celebra el día 1 de enero, y está vinculada al Pontificio Consejo Justicia y Paz.

6. Jornada mundial de la Juventud, instituida por Juan Pablo II en 1985,  y se celebra el Domingo de Ramos, y está vinculada al Pontificio Consejo de Laicos.

7. Jornada mundial del enfermo, instituida por Juan Pablo II en 1992, se celebra el 11 de febrero y está vinculada al Pontificio Consejo para las Pastoral de los agentes sanitarios.

8. Jornada mundial de la vida consagrada, instituida por Juan Pablo II en 1996, se celebra el 2 de febrero.  Sus inicios coinciden con el desarrollo de la doctrina social y, sobre  todo, con la conciencia de la Iglesia de dirigirse también a todos los hombres de buena voluntad[2].

La Iglesia, por su parte, también se une a otras iniciativas globales: en concreto el Papa ha escrito Mensajes para la Jornada Mundial de la Alimentación, promovida por la FAO en 1981 (Mensajes de 1981 a 2004); Jornada Mundial del Turismo, promovida por la Organización mundial del Turismo (Mensajes de 1980 a 2004); Jornada Mundial de la Alfabetización promovida por la UNESCO en 1967 (Mensajes de 1979 a 1999). Hemos visto además al Papa hablar en la ONU a todas las naciones (Pablo VI en 1965; Juan Pablo II en 1979 y 1995; Benedicto XVI en 2008)[3].

De este primer apartado, cabe subrayar la dimensión mundial de los temas propuestos por las Jornadas mundiales, y no sólo porque afecten a todos los hombres, sino porque pretenden la colaboración e implicación de  todos. Por ejemplo, la «juventud» en la JMJ representa el «futuro del mundo y de la Iglesia» inseparablemente. Por otra parte, no está de más indicar que se trata siempre de «temas» y no de «personas»: no es una jornada de los jóvenes o para los jóvenes sino el día de la «juventud» para la Iglesia y para todos los hombres





[1]Jesús Pulido Arriero es sacerdote operario diocesano y  vicedirector general de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos. Licenciado en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico (Roma). Prepara el doctorado en teología espiritual en la Pontificia Facultad Teológica Teresianum (Roma).
[2] A partir de la Pacem in terris (1963), los documentos sociales de la Iglesia se dirigen «a todos los hombres de buena voluntad».
[3] En el contexto de esta cooperación de la Iglesia, que se suma a las diversas iniciativas de la ONU, resulta cuando menos llamativo que la ONU en 1999 haya instituido una Jornada internacional de la juventud el 12 de agosto de cada año casi coincidente con la de la Iglesia Católica, y desde 2001 una Jornada internacional de la paz el 21 de septiembre.


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