Todos los cristianos han recibido de Dios no sólamente a vocación cristiana genérica, sino también una vocación específica, que ha de configurar su vida. Sin embargo, cuando hablamos sin más de «las vocaciones» entendiendo éstas por antonomasia, solemos referirnos a las vocaciones sacerdotales y religiosas. Éstas no siguen la vocación general primera –«creced y multiplicáos [familia] y dominad la tierra [trabajo]» (Gén 1,28)–, sino que nacen de un impulso particular de la gracia, es decir, de una especial llamada de Dios: «Tú déjalo todo, ven y sígueme». Pues bien, en este sentido más característico hablaré de «las vocaciones», y concretamente de las causas de su escasez. Y al decir «las Iglesias», me referiré a las Iglesias locales, las diócesis o Iglesias particulares...
Libro del Padre Jose María Iraburu: en PDF
Fuente: vocaciones.org.ar
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