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domingo, 20 de mayo de 2012

A un mes de ser ordenado diácono

Ha pasado todo muy rápido, hoy cuando se cumple un mes, de haber recibido por gracia de Dios, de la virgen de Begoña y del beato Mosén Sol, la Ordenación Diaconal, quisiera echar un vistazo atrás e intentar compartir la experiencia vocacional que he tenido en estos últimos días en Venezuela.
La noche antes  de mi Ordenación no pude dormir bien, creo que por dos motivos; primero porque realmente estaba muy emocionado con todos los preparativos (los chicos y chicas del coro ensayando los cantos, los seminaristas arreglando las cosas de la Liturgia, las señoras de la parroquia preparando los pasa palos, en mi casa probando el sonido, limpiando todo, mis hermanas peinándose etc. . ), y por otro lado gente que me llegaba de lejos y debía irlos a buscar o al aeropuerto o al terminal. Lo cierto es que en medio de una noche sin casi poder dormir, ¡por fin amaneció!  Me desperté, vi el reloj, vi el calendario y me dije ¡llegó el día!  De un salto ya estaba de pie, me duche y comencé a vestirme, eran las 07:00 am y yo ya estaba listo.
En mi casa, llegó una estilista, y el patio de mi casa se convirtió en un salón de belleza, mis hermanas, mis primas, sobrinas, cuñadas, tías, y por supuesto mi señora madre quien dedicó una buena parte del tiempo. Simultáneamente llegaban las mesas que mis hermanos habían contratado para la recepción familiar que brindarían en mi casa.
Mi casa estaba muy linda, hace poco la habían remodelado con motivo de mi Ordenación; estrenábamos piso, patio, techo, cocina, baño, sistema de luces, en fin detalles que hicieron de ese día un momento especial.
Por otro lado en mi parroquia los seminaristas y monaguillos arreglaban todo, las damas del altar (movimiento parroquial) habían preparado los vasos sagrados y los Ornamentos, que recién habían sido traídos de la Catedral de Valencia-Venezuela. Todo ya estaba listo.
Llegaron los invitados; de Caracas, Maracay, Trujillo, Mérida, Bejuma, Canoabo, Barquisimeto, la Guaira, Boconó, Ciudad Guayana, etc., al mismo tiempo fueron llegando los sacerdotes invitados: P. Carlos Buolanger, P. Octavio Rodriguez, P. Johans León, P. Antonio, P. Paolo, P. Alexander, P. Manuel, P. Antonio A., P. Iber, P. Santos, Monseñor Tulio Ramírez, Monseñor Guerra, Monseñor Viloria y Monseñor Reinaldo Del Prette Lissot Arzobispo dela Arquidiócesis de Valencia- Venezuela. Asistieron seminaristas de la misma Arquidiócesis, los seminaristas Operarios, los vocacionados y los Hermanos de Jesús y por supuesto el diácono Alexis quien me recibió en el Orden de los Diáconos y que días después sería Ordenado Sacerdote.
La ceremonia empezó y había un ambiente muy de Dios. El coro entonó “QUE SE LEVANTE SOBRE VENEZUELA EL SOL AMADO DE LAS ALMAS PARA NUNCA MÁS OCULTARSE SOBRE EL HORIZONTE DE NUESTRA PATRIA”  (canto inspirado en la consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento del altar por Monseñor Cipriano Castro).
Recuerdo palpablemente muchos momentos, pero unos de los más significativos han sido sin duda la imposición de manos por parte del Arzobispo, la postración en el momento de las letanías, cuando me ayudaron a revestir el P. Johans y mi madre, el abrazo del Arzobispo, y el más significativo la elevación del Cáliz en el momento de la doxología, son momentos en que te sientes muy poquita cosa ante la majestuosidad de Dios que te llena el corazón con su gracia y te colma tu vida de bendición, creo que es verdaderamente inexplicable lo que ocurrió en mi vida en estos momentos.
Concluida la Ceremonia, fuimos a un Brindis que ofreció la Hermandad y mi Parroquia, la cual fue bastante generosa y muy bien organizada. Fotos por un lado y abrazos de gente que tenía mucho tiempo sin ver y que el cariño se había mantenido con el tiempo y la distancia, llegaban rostros que hace años no veía, y me tocaba decirles hola y al mismo tiempo hasta pronto, pues en una semana viajaba para Roma a continuar los estudios.
Me puse el cleriman por primera vez. Al final del día, a pesar del agotamiento, estaba tan feliz que me quería volver a Ordenar. Terminó mi día con una fiesta en mi casa, con mi familia, amigos que se dieron cita con todo cariño.
A la mañana siguiente llegaba un día muy especial para un seminarista Operario, La vinculación jurídica a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos. Eran las 8am cuando estaba en la Parroquia San Juan María Vianney, en Valencia-Venezuela, ahí estaban algunos Operarios, los jóvenes de las comunidades, la gente que regularmente va a Misa de 8:30am. En la Eucaristía que presidio el P. Carlos Boulanger (Delegado de  los PP Operarios Diocesanos en Venezuela), leí por primera vez como diácono el Evangelio, prediqué y luego hice mi vinculación a la Hermandad. Me sentía feliz, me acompañaron 3seminaristas, un paulino, un Hermano de Jesús y un Operario Diocesano de mi parroquia, junto con los chicos que hacían su experiencia vocacional para entrar en el Aspirantado nuestro en Caracas-Venezuela.
Y durante la semana de diaconado, hice 5 matrimonios, 52 bautizos y varias bendiciones; esto no lo puedo explicar porque empobrecería la experiencia vivida, es lo mejor que he vivido en la vida!
A la semana siguiente, mi familia me acompañó al aeropuerto internacional de Maiquetía, entre nostalgias, abrazos, buenos deseos y una que otra lágrima que se dejó caer, dije: hasta pronto, bendición y que Dios los Bendiga. En medio de la espera, las caras de mi familia que decían todo lo que sentían (además era un buen número de gente), llegó el momento, vi el reloj, nos regalamos todos una sonrisa, y dije hasta pronto! Se acabaron las vacaciones !Empecé  a abrazarlos fuertes  mientras les decía una palabra de ánimo, mi mamá fue la última (sin palabras) y atravesé la puerta de control con lo cual ya no los podía ver más, ni ellos a mi. Tome el avión, y listo ahora estoy en Roma.
Ahora vivo con 96 hermanos, de los cuales 95 son sacerdotes y un diácono, somos 2 diáconos. Es otra experiencia, la vida en Roma es un mundo que te impresiona y que te grita que te dejes impresionar.
Voy a la Universidad Gregoriana a estudiar el italiano, próximamente iniciaré los estudios en Teología Bíblica.
Me dedico a hacer lo que tengo que hacer y más. Ya tengo algunos buenos amigos, y me siento un hijo de Dios, de Santa María y de Mosén Sol, con lo cual, que más le puedo pedir a Dios.
A un mes de mi Ordenación diaconal, en Roma a los 22 días del mes de Septiembre del 2009.
Wilmer A. Moyetones H


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