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jueves, 14 de junio de 2012

Aspectos genéticos y biológicos

Al tratar el comportamiento homosexual se plantea la cuestión de si existe alguna base biológica o genética en el origen de tal conducta. El tema del determinismo genético de la homosexualidad no puede desligarse del trasfondo moral que conlleva. La perspectiva moral de este rasgo del comportamiento humano sería muy distinta si se tratara de una opción voluntariamente aceptada, sin una base genética demostrada, que si se tratase de un comportamiento inevitable dependiente de un condicionamiento congénito.
Hace más de un siglo que busca un origen genético a la homosexualidad, y los avances científicos indican más bien que no lo hay. Los últimos descubrimientos en el mapa genético reafirman cada vez más la libertad del ser humano: la maravillosa diversidad de los seres humanos no está tanto en el código genético grabados en nuestra células, cuanto en cómo nuestra herencia biológica se relaciona con el medio ambiente. No parece que haya razones suficientes para justificar la noción de un determinismo biológico (Craig Venter).

La demostración de una base genética de la homosexualidad se ha abordado históricamente mediante dos tipos de aproximaciones experimentales:

El análisis neuroanatómico (Gorski, Allen, LeVay) mediante un estudio comparado de diferencias de regiones del cerebro de persona homo y heterosexuales. Estos estudios no han resuelto adecuadamente cuándo el rasgo anatómico es causa o efecto del carácter que se analiza.

Un estudio director de los determinantes genéticos utilizando los medios: el análisis genético y genealogías familiares (Kallman, Bailey & Pillard,); y el análisis de ligamiento con marcadores moleculares en el cromosoma  X (Dean Hamer). La dificultad aquí se encuentra en cómo poder discriminar entre el efecto de los genes y la influencia ambiental.

Todos estos trabajos han resultado pocos convincentes hasta el momento, pues aún quedan por resolver muchas incógnitas (Rice y Ebers), pero atendiendo a los resultados obtenidos podemos mantener las siguientes conclusiones (Jouve e la Barreda).

La homosexualidad es un carácter complejo, cuantitativo y como mucho dependiente de una predisposición genética, más que de una determinación genética por genes cualitativos, que no han sido descubiertos.

Aun cuando los rasgos genéticos y neuroanatómicos parecieran estar correlacionados con la orientación sexual, la relación causal no es ni mucho menos conocida.

En nuestra conducta predominan las acciones razonadas frente a los instintivos o reflejas, de modo que la conducta homosexual ha de explicarse fundamentalmente por el componente ambiental –familiar, social y cultural- que influye de forma muy decisiva en el comportamiento humano.

En cualquier caso, si hubiese alguna influencia genética o biológica en la orientación sexual, debería más bien hablarse de predisposición de una determinación.

Las personas que experimentan atracción hacia su mismo sexo no serían, en ningún caso, prisioneros de su bilogía, pues los genes no determinan la conducta, no producen emociones, ni pueden generar pensamientos. Lejos de poseer  autonomía informativa, los genes obedecen a factores ambientales que regulan su funcionamiento, explicando ello la emergencia del libre albedrio que hace de los humanos algo más que simples máquinas genéticas determinadas.


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