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jueves, 14 de junio de 2012

Aspectos psicológicos y psiquiátricos

Tomando como base el Manual de diagnóstico de las enfermedades mentales de la Asociación americana de psiquiatría (DSM IV), nos percatamos de la evolución que ha tenido el tratamiento de la homosexualidad desde el punto de vista psiquiátrico en los últimos tiempos: en su primera edición de 1952 calificaba a la homosexualidad de “alteración sociopática de la personalidad”; en la segunda edición de 1968 la clasifica como “desviación sexual, trastorno de la personalidad”; en la edición de 1973 sustituyeron, bajo la presión de activistas homosexuales, la consideración de enfermedad mental por la de “alteración de la orientación sexual”, y así se ha mantenido en las ediciones posteriores. Apoyándose en esto, no es infrecuente encontrarnos con tendencias en la psiquiatría contemporánea que consideran éticamente irrelevante la conducta del paciente en materia sexual, presentando la homosexualidad como una opción personal tan aceptable y válida como la heterosexualidad.
En el lado opuesto están quienes opinan que no se trata de una opción sino de una verdadera alteración de la personalidad, pues los homosexuales no son capaces, en determinados aspectos de su vida motiva, de madurar y  de ser adultos. No son felices interiormente ya que generalmente su mando afectivo es de tipo ansioso, compulsivo o depresivo, caracterizado por depresiones, nerviosismo, problemas relacionales y psicosomáticos; son personas muy sensibles a los choques de opiniones y suelen tener un alto componente narcisista de la personalidad.

Lo que sí parece evidente desde los estudios clínicos realizados es que las identificaciones en los primeros años de vida son determinantes en la configuración de la orientación sexual de la persona. Sabemos que diversos problemas emocionales durante la infancia y de la adolescencia –abuso sexual infantil, falta de una buena relación de afecto con el padre en los varones, y con las madres en las mujeres, así como una falta de afecto en general y una mala relación con el mismo género-, son factores que se encuentran habitualmente entre los homosexuales.

Así son comunes los casos de varones influenciados por la relación con una madre superprotectora, dominante; o con un padre psicológicamente distante, o demasiado crítico, o poco viril, o que le desatiende en favor de sus hermanos. Suele estar presente una deficiente identificación del niño o la niña con el progenitor del mismo sexo cuando éste no se siente a gusto en su condición masculina o femenina, o un trato inadecuado de desaprobación permanente por parte de los padres que lleva a los hijos a que no se sientan queridos como en realidad los son.

Y si la familia es influyente, aún puede serlo más los contactos con compañeros del mismo sexo: cuando uno se ha sentido excluido e la niñez o juventud por sus compañeros, a la hora de jugar o realizar actividades, va generando de forma latente un complejo de marginación, de no sentirse aceptado que puede ser la causa de la orientación homosexual en el futuro. No en pocas ocasiones el homosexual trata de satisfacer esta necesidad de vínculo y afecto por medio de las relaciones sexuales: la experiencia le resultará completamente insatisfactoria a la larga, pues no se puede suplir necesidades que no son simplemente sexuales de una manera sexual.

Partiendo de esta base se entiende que la homosexualidad como realidad sobrevenida, y no como determinación genética, pueda ser susceptible e algún tratamiento médico. Hay abundante experiencia clínica de que en muchos casos se puede superar la tendencia homosexual con una terapia adecuada. Expertos en sexología han descrito muchos casos de homosexualidad que se convierten en heterosexuales de modo completamente espontáneos, sin precisiones ni ayuda de ninguna clase (D.J. West, M. Nichols o L. J. Hatterer).

Esta probado que con terapias de reconducción se puede lograr que la persona adquiera una visión clara de su propia identidad y su mundo afectivo, afronte la situación y adquiera hábitos positivos, hasta lograr la reactivación de sus instintos heterosexuales, que suelen estar bloqueados por su convencimiento homosexual. Quienes lo desean verdaderamente y se esfuerzan con perseverancia, mejoran en un tiempo relativamente corto y poco a poco disminuyen o desaparecen sus obsesiones homosexuales, aumentan su alegría de vivir y su sensación general de bienestar. Algunos acaban por ser totalmente heterosexuales; otros padecen episódicas atracciones homosexuales, que son cada vez menos frecuentes conforme toma fuerza en ellos una afectividad heterosexual (Gerard van der Aardweg).

En esta línea se sitúa la escuela psiquiátrica e la logoterapia (Victor Frankl) que desde la idea de fondo de que la libre decisión de la voluntad puede tener una influencia muy importante en la psicopatología, no desdeña plantear al paciente un enfoque humanamente inadecuado de la vida personal en la raíz de sus problemas resulta –además de contrario a la antropología cristiana- un enfoque humanamente equivocado y poco realista, pues lo normal es que el hombre sea dueño de sus actos.

Al título informativo, existen diversas asociaciones dedicadas a ayudar a los homosexuales que quieren reorientar su vida. Información detallada y documentación al respecto se puede encontrar en el sitio web de la NARTH (National Association for Research and Therapy of Homosexuality, www.narth.com), de Courage (www.courage.net) o de Exodus Latinoamérica (www.exoduslatinoamerica.org).


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