A pesar de que, tanto la OT como la PDV, no desarrollan este tema con tanta extensión como las otras dimensiones de la formación, en estos años del postconcilio ha crecido considerablemente la con- ciencia de la importancia de la dimensión pastoral en la formación sacerdotal y religiosa. Se ha llegado a una nueva visión de la relación entre formación y apostolado.
Toda la formación de los candidatos al sacerdocio está orientada a prepararlos de una manera específica para comunicar la caridad de Cristo, buen Pastor. Por tanto, esta formación, en sus diversos aspectos, debe tener un carácter esencialmente pastoral. Lo afirma claramente el decreto conciliar Optatam totius, refiriéndose a los seminarios mayo- res: «La educación de los alumnos debe tender a la formación de verdaderos pastores de las almas, a ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, Maestro, Sacerdote y Pastor.
Hasta no hace mucho estaba la idea de que había una relación extrínseca entre formación y actividad pastoral. El apostolado podía ayudar en la formación de los seminaristas sólo de una manera indirecta, en la medida en que le permitía hacer experiencias, probar sus propias fuerzas, entender las necesidades de las personas, encontrar un equilibrio entre el hacer y el ser...
Los estudios recientes sobre la psicología de la vocación nos dicen que la finalidad de la formación es el crecimiento de la persona en libertad, para la autotrascendencia en el amor. Será pues acción formativa en el apostolado la que conduzca a una maduración de la libertad. Para esto es imprescindible tener la honestidad de aceptar las propias inmadureces. Todos podemos aprender de la inexperiencia, pero no siempre aprendemos de nuestros errores...
“En la elección de los lugares y servicios adecuados para la experiencia pastoral se debe prestar especial atención a la parroquia, célula vital de dichas experiencias sectoriales y especializadas, en la que los candidatos al sacerdocio se encontrarán frente a los problemas inherentes a su futuro ministerio. Los Padres sinodales han propuesto una serie de ejemplos concretos, como la visita a los enfermos, la atención a los emigrantes, exiliados y nómadas, el celo de la cari dad que se traduce en diversas obras sociales...
Ante las experiencias apostólicas los formandos tienen diferentes predisposiciones que les hacen responder de una u otra forma. A esta predisposición la vamos a llamara actitud. No tiene que ver con el comportamiento exterior, sino a la predisposición para ese comportamiento. La pregunta que debemos hacernos es ¿Por qué tal actitud? Una misma actitud puede desempeñar funciones diferentes...
La teología del apostolado se podría sintetizar en estas palabras: “Como el Padre me envió, así los envío yo a ustedes” (Jn 20, 21). El cardenal Martini enfatiza que Jesús tenía el sentido de la misión y la mentalidad de que no hacía una elección, sino que cumplía una misión recibida. Por eso tenía esa paz tan profunda, tanto coraje en la adversidad y tanta perseverancia.Esas fuerzas que se debaten dentro de nuestro corazón crean una ansiedad que debe hacerse consciente. Si no se enfrenta esa ansiedad la profundización de los valores cristianos se hará difícil. Hemos de estar preparados para acompañar a los seminaristas frente a esas ansiedades e incertidumbres. Reforzando sobre todo el sentido de la misión.
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