Buscar

Entradas populares

viernes, 8 de junio de 2012

Relación entre apostolado y formación


De una relación extrínseca a una “formación contextualizada”

Hasta  no  hace mucho  estaba  la  idea  de  que  había  una  relación extrínseca  entre  formación y  actividad pastoral. El  apostolado podía ayudar en  la  formación de  los seminaristas sólo de una manera  indirecta, en  la medida en que  le permitía hacer experiencias, probar sus propias fuerzas, entender las necesidades de las personas, encontrar un equilibrio entre el hacer y el ser.

En  otras  palabras,  era  visto  sólo  como  un  entrenamiento  para aprender  funciones  necesarias  para  la  futura  misión.  Se  daba  por supuesto  que  los  seminaristas  sacarían  provecho  automáticamente, aprendiendo de sus propios errores en los espacios dedicados al apostolado y los años de pastoral. Se les reconocía sólo una relación extrínseca, más  en  el  plano  operativo  que  en  sus  contenidos. Otras  veces quedaba en un mero picnic pastoral de fin de semana, para distenderse de la presión agobiante de la casa de formación. Pocas veces llega a ser materia para “revisar” con los formadores.

Los proyectos  formativos  trataban de separar claramente  la  formación personal de los compromisos apostólicos. Cada uno tenía sus espacios y momentos, y se daba por sentado que sólo podía hacer apostolado el que ya estaba formado. En consecuencia, se negaba el valor formativo del trabajo pastoral-educativo, que a larga terminaba distrayendo y desgastando al seminarista que necesitaba de reponer los vacíos que le producía el apostolado.

Esta concepción estaba muy ligada a cierta concepción de la espiritualidad sacerdotal en  la que  la vida pastoral era considerada como un  peligro  para  la  vida  espiritual. Desde  la PDV  todos  hemos  comprendido que el ejercicio de caridad pastoral debe ser  la  fuente de  la espiritualidad para todo sacerdote.

“Mas el estudio y la actividad pastoral se apoyan en una fuente interior, que  la  formación deberá custodiar y valorar: se  trata de  la comunión cada vez más profunda con la caridad pastoral de Jesús, la cual, así como ha sido el principio y fuerza de su acción salvífica, también,  gracias  a  la  efusión  del  Espíritu  Santo  en  el  sacramento  del Orden,  debe  ser  principio  y  fuerza  del ministerio  del  presbítero.

Se trata de una formación destinada no sólo a asegurar una competencia pastoral científica y una preparación práctica, sino también, y sobre todo, a garantizar  el  crecimiento de un modo de  estar  en  comunión con  los  mismos  sentimientos  y  actitudes  de  Cristo,  buen  Pastor: «Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo» (Flp 2, 5) (PDV 57)”.

Hoy, el apostolado que se realiza durante la formación inicial y se lo considera como fuente de espiritualidad, ámbito privilegiado del que puede nacer una más profunda experiencia de Dios. La formación de un seminarista también ha de ser fruto del apostolado que proporciona mediaciones históricas, contingentes, en la medida en que se anuncia a Dios y se da testimonio de él. 

“Entendida así,  la  formación pastoral no puede  reducirse a un simple aprendizaje, dirigido a familiarizarse con una técnica pastoral. El proyecto educativo del  seminario  se encarga de una verdadera y propia  iniciación  en  la  sensibilidad del pastor, a asumir de manera consciente  y madura  sus  responsabilidades,  en  el hábito  interior de valorar  los  problemas  y  establecer  las  prioridades  y  los medios  de solución,  fundados siempre en claras motivaciones de  fe y según  las exigencias teológicas de la pastoral misma.

A  través de  la experiencia  inicial y progresiva en el ministerio, los futuros sacerdotes podrán ser introducidos en la tradición pastoral viva de su Iglesia particular; aprenderán a abrir el horizonte de su mente y de su corazón a la dimensión misionera de la vida eclesial; se ejercitarán en algunas formas iniciales de colaboración entre sí y con los presbíteros a los cuales serán enviados. En estos últimos recae –en coordinación  con  el  programa  del  seminario–  una  responsabilidad educativa pastoral de no poca importancia (PDV 58)”.


0 comentarios:

Publicar un comentario