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jueves, 12 de julio de 2012

Seminarista, recuerda que no estas solo!!


A Ti….. gracias. 

Gracias por escuchar Su voz.  Por dejarte llevar por el llamado de Dios para servirlo a Él y ayudarnos a los demás a seguirlo y servirlo también desde nuestra vocación laica.  Gracias por seguir el camino hacia el sacerdocio. 

El camino no es fácil.  

Tendrás que dejar tu casa, tu familia y tu vida, a las que estás acostumbrado.  Pero no entristezcas, porque vas a ir a una casa, una familia y una vida mucho más grande de la que tenías.  Una casa y una familia que es la Iglesia en comunidad.


Tendrás momentos en donde estarás muy seguro de esa decisión y de seguir en ese camino con entusiasmo, amor, entrega y alegría.  

Pero también habrá momentos en los que se presentarán situaciones y circunstancias que te harán dudar de esa decisión.


Calma, no te desesperes.  Recuerda que somos humanos, cometemos errores y no somos perfectos.  Perfecto, solo Él, solo Dios.  Pero Él nos quiere con esos errores, con esas fallas, para que con ellas aprendamos.  

Aprendamos a ser mejores personas, a luchar por encontrar esa perfección.  Esa perfección que no es física, sino espiritual. Para encontrarlo a Él.  Al Padre. 

En esos momentos de desesperación y duda, recuerda el porqué y el por quién empezaste este recorrido:  Dios.

Pídele a Él, que por medio del Espíritu Santo, te guíe.  Porque sólo Dios sabe tu camino, sólo déjate guiar por Él, así como escuchaste su voz la primera vez.

Recuerda, no estás solo.

Él te pondrá a personas buenas en tu camino: familia, amigos, formadores y maestros, que te ayudarán a ser una mejor persona, un mejor sacerdote.  Un sacerdote que guíe con la Palabra y el ejemplo.  Un sacerdote preocupado por ayudar y a guiar a los demás, para que todos en comunión lleguemos al Padre.

En mí, siempre tendrás a una amiga y una hermana, que te ayudará cuando la necesites. Siempre estaré pidiendo mucho por Ti, para que tu vocación siga creciendo cada día más y alcances el camino y la meta que Dios quiere para ti.
 
Cuídate mucho.  Que Dios te bendiga todos los días. 

Recuerda… siempre confía en ÉL.

México, julio del 2012.

 Una Feligresa..


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