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martes, 10 de julio de 2012

Cuando contemplo el cielo obra de tus manos..

Seminarista Luis Angel Zamora Almaraz
Diócesis de Tulancingo - México

Cuando contemplo el cielo obra de tus manos…me pregunto ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él? (Sal. 8) Estas palabras son las que mejor describen mi llamado vocacional, pues al ver la obra que ha querido realizar en mi, no puedo sino decir ¿quién soy yo para que te acuerdes de mi? Y que ahora te comparto.

Esta aventura al lado del Señor comenzó desde muy pequeño en el colegio donde estudié, pues gracias a la religiosa Casilda Ponce de León y al ahora sacerdote Juan Carlos Quintana Orozco yo clarifiqué mi intensión de ingresar al seminario diocesano.

Recuerdo que tan sólo el pensar que sería sacerdote, me estremecía de emoción. Pero uno nunca sabe lo que Dios prepara para ti en el camino de la entrega. Cuando terminé el seminario menor por diferentes circunstancias continué mi formación en la Arquidiócesis de Tlalnepantla, realizando allí el curso introductorio, la filosofía y los dos primeros años de teología. Durante este tiempo mi corazón se fue llenando de rostros, nombres y experiencias, ya que me regalaron el poder colaborar en la Pastoral Vocacional de esa Diócesis permitiéndome así tener un contacto directo no solo con mi vocación sino con la vocación de otros, allí descubrí cómo nace, cómo se gesta y cómo debe conservarse una vocación; cada maravilla que descubría del llamado de Dios, me hacía reafirmar mi “Si” a aquel que me llamó

Después de 5 años, la providencia de Dios me trae de regreso a mi amada Diócesis de Tulancingo, donde regresaba lleno de “Temor y esperanza” humanamente incluso me cuestionaba sobre muchas cosas, pues uno no siempre alcanza a entender los planes de Dios, sin embargo regresé sabiendo que cumplía la voluntad de Dios..

Al regresar a mi Diócesis me piden colaborar en el seminario menor y en la pastoral vocacional, la verdad que no pude más que decir ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? Fue lo mejor que me pudo haber pasado, pues me está haciendo revitalizar mi entrega al máximo y dónde Dios quiera, me encanta dejar en los corazones abiertos, la semilla ardiente de la vocación sacerdotal o religiosa, me encanta acompañar a otros en esta importante decisión sobre sus vidas, pues con cada respuesta que dan, fortalecen la mía. Y aquí en el seminario menor, rodeado de tantos amigos, soy muy feliz.

Uno nunca sabe lo que Dios te tiene preparado, yo soy fiel testigo de esto, pues cumpliendo su voluntad, he ido de aquí para allá, lo que si se y por experiencia lo digo, es que no te arrepentirás de todo lo que vivas de la mano del Señor, incluso de las cosas difíciles, pues en sus manos, no hay por que temer.

En este servicio en la Pastoral Vocacional he aprendido a amar todas las vocaciones, tan distintas, pero con un solo fin, el de ser santos

Quisiera por último dirigir unas palabras primero a quienes tienen una inquietud Vocacional, se que tienen miedo, eso es normal, pero te recomiendo que no lo veas como obstáculo, sino como paso, pues los pasos, se dan, y quien no da el primero, ya no dio ninguno más. Y para quienes ya están en el proceso formativo, les recomiendo que nunca dejen de sorprenderse y sentirse dichosos por este don que han recibido, las pruebas siempre estarán presentes, y cuando pases una, seguramente vendrá otra mayor, pero disfrútalas, no te espante que en algún momento recibas un “No” por respuesta, tal vez no sea por ahora el tiempo, pero te aseguro que llegará; no te reserves nada para ti, en este camino, no se puede ser egoísta, así que dalo todo, no importa si al recibir, te tocan flores o espinas, de todos modos, vienen de Dios.

No tengas miedo, más bien contempla en la imperfección de tu vida, la misericordia y perfección de la obra de Dios. Mira constantemente el cielo y cuando lo contemples, pregúntate desde lo más hondo de tu ser ¿Quién soy yo para que te acuerdes de mi? Y siéntete dichoso, pues eres el amado  de Dios.

Te escribo estas líneas amigo seminarista, para que te des cuenta que una vocación no siempre se da entre la dulzura y la facilidad, sino que también se da entre la imperfección y las lágrimas, pero al final de cuentas, es su obra.

Ojalá, que la Virgen nos ayude a  entender que Dios nos ha llamado no por nuestras virtudes, sino por nuestra disposición. Te recomiendo amigo seminarista, que siempre, siempre, estés dispuesto a decirle a Dios “Si” aun que no sea como tu lo pensaste, aun que no sea donde tu querías, aun que no sea el modo ni el tiempo… tu di “Si” pues cuando contemplamos el cielo obra de sus manos…¿Qué es hombre para que se acuerde de él?


Luis Angel Zamora Almaraz
Es seminarista de la Diócesis de Tulancingo - México.
Actualmente cursa el 3° año de teologia en el
seminario de san José de Tulancingo - México.




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