Buscar

Entradas populares

martes, 23 de octubre de 2012

Seminaristas tipo A1, A2 y A3!

 Por Luis Alva



En cierta ocasión, un joven de la parroquia a la cual pertenezco, me hace la siguiente pregunta ¿cuánto te pagan en el Seminario?, es decir, cuanto era el salario o propina que yo recibía por el hecho de estudiar para sacerdote. Respondí a tal pregunta con la siguiente afirmación: en los Seminarios no pagan ni dan propinas a los seminaristas! Añadí, al contario, en algunos Seminarios los seminaristas, hacen un aporte con alguna cantidad de dinero, y en otros seminarios se contribuye con una cantidad específica y permanente. Volvió a preguntarme, ¿cómo o qué haces para cubrir tus gastos personales, como los gastos académicos, vestimenta, útiles de aseo, paseos y salidas, etc.? Respondí: ¡mis padres!
 
Los Seminarios, casas de formación sacerdotal, son sustentados por una parte, por la propia diócesis, y por ayudas externas. Por tener el régimen de un internado, donde se dan gastos de alimentación, de salud, de profesorado y de formadores, y de infraestructura, el presupuesto económico es elevado. Menciono estos datos, para decir que un Seminario no puede asistir con todos los gastos personales de cada seminarista.
Durante mi vivencia de seminarista y, ahora del otro lado, como  formador, me he dado cuenta que existe también en los seminarios, como en cualquier otra institución, tres tipos de seminaristas, hablando en términos económicos.
Existen los seminaristas a los cuales llamaré tipo A 3. Me refiero a los seminaristas que en términos económicos, no sufren necesidad alguna, tienen una economía estable, las fuentes de ingreso son principalmente sus padres, familiares cercanos, uno u otro bienhechor. Viven cómodamente, respecto a vestimenta, alimentación extra, salud, medios académicos, etc. No me detengo mucho en este tipo de seminaristas porque son muy pocos (poquísimos) en los seminarios que he conocido.
Existen otros tipos de seminaristas, los de tipo A 2, tienen una economía estable mínima, es decir, igual que los primeros, reciben ayuda de sus padres, familiares, de un o algún otro bienhechor, de sus párrocos, etc., pero la cantidad es mínima, podría afirmar que sólo es para cubrir los gastos. No pasan necesidades, pero tampoco viven con ciertas comodidades, respecto a los datos mencionados en el primer tipo. Tampoco me quiero detener en este tipo de seminaristas, dado que es el tipo mayoritario en los seminarios, y mi argumentación o comentario podría ser inexacto.
Además de estos dos tipos de seminarista, existe un tercero, los seminaristas tipo A 1. Estos seminaristas no  tienen una economía estable, ni mínima, reciben “de vez en cuando” una ayuda por parte de sus familiares. Son de estos que un día tienen y al día siguiente no tienen nada. Este tipo de seminaristas mayormente provienen de familias pobres, y de familias que moran en provincias lejanas a la ciudad donde generalmente están los seminarios. Reconozco que pertenezco a este tipo de seminaristas y es a estos que quiero dedicar esta breve reflexión. 
He tenido tres experiencias diversas, respecto a la condición económica de los seminarios, en el seminario donde estudié la filosofía y parte de la teología no se pagaba absolutamente nada, la estancia en el seminario era gratis. Para culminar la teología fui enviado al extranjero, y como estudiante extranjero recibía mensualmente una propina, no era mucho, mejor dicho era lo suficiente para que un estudiante que no tiene a sus familiares cerca pueda cubrir sus gastos personales. La siguiente experiencia es la más significativa. Actualmente me encuentro trabajando de formador en un seminario numeroso, (y si tuviera que decir sobre la clase económica de los seminaristas, para agilizar y entender mejor, diría que son pobres) y los seminaristas pagan su estancia en el seminario. No es una cantidad elevada, pero por la condición económica de los seminaristas parece ser una cantidad difícil de conseguir. Y lo sorprendente, es que los seminaristas al iniciar el curso tienen que pagar por adelantado los nueve meses de estancia en el seminario. Creo que allí esta lo complicado.

El Seminario nos enseña a vivir en la austeridad,  muchas veces a vivir con lo necesario, y a hacer generosos desde nuestra pobreza, esto no significa que vivamos en la miseria o vivamos indignamente, para nada. Los seminaristas con menos recursos son los que viven más felices (la experiencia me lo ha demostrado y me lo sigue demostrando), digo felices en el sentido que son mas libres, son más generosos, valoran lo poco y lo que no tienen, no están preocupado por lo material, en sentido espiritual, diría que son los seminaristas que experimentan la gracia de Dios día a dia, viven de la providencia de Dios..
Para terminar esta breve opinión, quiero mencionar a don Manuel Domingo y Sol, sacerdote español, que un día al regresar de su trabajo se encuentra con Ramón Valero, un seminarista pobre. A don Manuel se le parte el corazón al ver a un grupo de seminaristas formándose en carentes condiciones, se alumbraban con velas para estudiar por las noches, se alimentaban de lo que las gente les proporcionaba en las calles, etc. Este encuentro le ilumina a don Manuel a fundar un colegio para reunir allí a los seminaristas pobres. Luego fundó a la Hermandad de Sacerdotes Operarios para dedicarse exclusivamente en bien de  la formación sacerdotal
Dos mujeres valientes deciden vender todos sus bienes y  cimentan las bases de lo que luego será la Obra de San Pedro Apóstol (OSPA), me refiero a Estefanía y Juana Bigard (madre e hija). En 1894 Juana imprimió el primer prospecto de la "Obra Apostólica para las Misiones". A partir de entonces, la Obra se extiende por toda Europa y los demás continentes. Pero el Señor no sólo le pidió este apostolado, sino también su propia vida, siendo así que su salud comienza a deteriorarse cada vez más. Pero ella consagra su dolor a Dios: su preocupación por sus "hijos espirituales" (46 sacerdotes y 70 seminaristas) la lleva a entregarse por completo: "Dios mío, caro me hacéis pagar el honor de ser la madre adoptiva de vuestros sacerdotes. Pero es una debilidad lamentarse delante del crucifijo". En 1922, Pio XI la eleva a la categoría de "Pontificia". En 1927 fue ordenado el primer obispo japonés, Mons. Genaro Hayasaka, quien de seminarista, fue el beneficiado con la última beca perpetua fundada por su "madre" antes de morir.
Por último, no puedo dejar de mencionar a un gran santo, me refiero a José Cafasso, este humilde sacerdote fue quizás el más grande amigo y benefactor de San Juan Bosco y, de muchos seminaristas pobres más, uno de los mejores formadores de sacerdotes del siglo XIX. San José Cafasso formó más de cien sacerdotes en Turín, y entre sus alumnos tuvo varios santos. Se propuso como modelos para imitar a San Francisco de Sales y a San Felipe Neri, y sus discípulos se alegraban al contestar que su comportamiento se asemejaba grandemente al de estos dos simpáticos santos.


.


 


0 comentarios:

Publicar un comentario