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viernes, 5 de octubre de 2012

¿La psicología puede ayudar a detectar y curar una posible tendencia homosexual?

Por Luis Alva
 
 

Hace días publiqué un tema titulado “Homosexualidad y vocación”, y la gran sorpresa de esta publicación fueron los comentarios (mediante correos electrónicos) recibidos por ello. Comentarios que denotan incomodidad, yo diría malestar, por la presencia (según ellos) de algunas personas con “tendencias homosexuales” en la Iglesia. Todos estos comentarios fueron hechos por seminaristas y se referían concretamente a sacerdotes. Para finalizar esta semana de reflexión acerca de la psicología y formación sacerdotal, presento un estudio de “forma literal” (dado que es una reflexión muy personal) del padre Juan José Rubio, publicado en la Revista Seminarios. Dirigido a formadores, pero que los seminaristas deberían saber. Titulado: Un problema importante a abordar hoy, y en el futuro[1].

Nos encontramos ante un tema muy delicado, al mismo tiempo urgente respecto al discernimiento de la idoneidad de los candidatos. Se trata de la identidad sexual, de la homosexualidad. El carácter de urgencia nos remite a los últimos acontecimientos que en algunas latitudes han saltado con escándalo y que el Papa ha abordado con fuerza y misericordia. Delicado, por la gran dificultad de hablar sobre el tema personal, por parte del formador y más por parte del formando.

Sabemos que los test psicológicos actuales, no son capaces de detectar una homosexualidad precisa y concreta, pero si se pueden detectar algún indicio sobre la identidad sexual de la persona y detectar sus probables patologías, como algún tipo de conflicto con la auto-imagen masculina, la orientación de la sexualidad, la identidad sexual confusa o aún no bien definida. Esto tenderá a desaparecer  en los test incluso en la consideración de los futuros terapeutas. Esto es muy peligroso, ya que el problema se puede extender en nuestros ambientes de formación. Es preciso encararlo con decisión y delicadeza, ¡nunca dejarlo pasar!

La homosexualidad, fuera de la genética, en muchos casos, creo que no es una patología incurable, ya que es más un problema de identidad sexual, pero hay que tomarlo con seriedad, y aceptar el recurso a una terapia psicológica, con el acompañamiento cercano del formador o del director espiritual.

Mi opinión, y según mi experiencia, la terapia necesaria para sanar este tipo de problemas, que la debe hacer un profesional, se tiene que detectar y tratar antes de admitirlo al Seminario. Si se detecta en el proceso de la formación, la terapia creo que no se pueden llevar a cabo en el Seminario. Digo esto, porque el ambiente de convivencia es próxima, un tanto cerrada y unisexual el Seminario, no es el más propicio como ambiente de apoyo, para una terapia. Además, el discernimiento vocacional, por una parte, y la resolución de la identidad sexual, por otra, tienen suficiente entidad como para captar la atención de toda la persona. Y si el terapeuta no vive en el Seminario, podría tener inconvenientes a la hora de salir para salir a las anetrevistas.

De todas formas, a esta terapia (por parte del profesional) y acompañamiento (por parte del formador - director espiritual), hay (uno de integración y otro de consolidación), dependiendo del proceso. En esto, no hay que tener prisa.

Una vez terminada la terapia, el equipo tendrá que discernir si es llamado por el Señor al sacerdocio o a otro estado de vida.

Muy importante en toda la formación la transparencia y la confianza del candidato con el formador, pero especialmente en esta materia. Para esto, es gran importancia la actitud de respeto y delicadeza por parte del formador; es la manera como el candidato podrá abrirse, sabiendo que en lo que habla, no va a ser juzgado sino acompañado.

Es un aspecto que necesitaría más tiempo para poder profundizarlo y no sólo la consideración de sanar una posible homosexualidad, sino la ayuda a un crecimiento en virilidad, partiendo de una sana aceptación (sin machismo) de esta dimensión constitutiva del que ha nacido varó. El sacerdote célibe como modo de ejercicio de la virilidad, rasgos, modos de crecer en ella; de acompañar. Creo que sería bueno abordar todo esto algún día con más detenimiento.

 



[1] Juan José RUBIO, «El lugar del acompañamiento psicológico en el proceso de formación en el seminario mayor», en Seminarios 54/189-190 (2008) pp. 204-206.


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