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martes, 2 de octubre de 2012

El "para qué" del examen-acompañamiento psicológico en los Seminaristas

Por Luis Alva



En el artículo anterior señalábamos dos razones del “por qué” el examen-acompañamiento psicológico en los seminaristas, la primera una exigencia por parte de la Iglesia, y la segunda una necesidad por parte de algunos jóvenes que ingresan a los seminarios. Sabidos de esto, nos queda saber el “para qué”, es decir, ¿Qué ayuda puede aportar la psicología al discernimiento y a la formación?  
 

En cuanto fruto de un particular de Dios, la vocación al sacerdocio y su discernimiento escapan estricta competencia de la psicología. Sin embargo, para una valoración más segura de la situación psíquica del candidato, de sus aptitudes humanas para responder a la llamada divina, y para una ulterior ayuda en su crecimiento humano, en algunos casos puede ser útil el recurso del psicólogo.  

Primeramente el psicólogo –en cuanto ha sido solicitado – ayudará al candidato a alcanzar un mayor conocimiento de sí mismo, de sus propias potencialidades y de su vulnerabilidad. Lo ayudará también a confrontar los ideales vocacionales proclamados por la Iglesia con su personalidad, a fin de estimular una adhesión personal, libre y consciente a la propia formación. Será tarea del psicólogo ofrecer al candidato las oportunas indicaciones sobre las dificultades que é esta experimentando y sobre las posibles consecuencias para su vida y para su futuro ministerio sacerdotal[1].

En segundo lugar, el psicólogo puede ayudar a saber mirar y escuchar. En la vida diaria con los seminaristas, vemos acontecimientos, gestos, modos, formas, etc., pero no basta con ver, hay que saber mirar, es decir ver lo que hay detrás, de donde proceden, qué significan para el individuo, sus coherencias e incoherencias, si va o no acompañada por gestos y de qué tipo etc., no basta con ver. Oímos también muchas palabras que dicen y nos dicen, pero hay que saber desde dónde lo dicen, qué significado tiene para la persona, qué sentimientos acompañan, qué quieren decir incluso sus silencios, su forma de expresar, etc. No basta oír.

La psicología ayuda a descubrir la estructura y la dinámica interna de los diversos componentes (consciente, latente, inconsciente) y niveles (físicos-social-racional) del yo, con sus consistencias e inconsistencias, de la persona. A acoger la lógica interna de las potencialidades y actividades del sujeto (sentimientos, deseos, imaginaciones, decisiones, etc.) en el contexto de un universo subjetivo. A la percepción e importancia de los sentimientos. A ver signos de seguridad o inseguridad, de afectividad oblativa o captativa. Descubrir posible rigidez en la personalidad. A detectar conductas extrañas.

Le ayuda a captar el proceso de maduración de la persona en su devenir. El proceso de maduración es un continuum. Pone atención cada vez más a los pasos del crecimiento del individuo. La importancia que tiene la historia e la persona y su proceso así como conocer el ámbito de donde proviene, su contexto cultural, su antes, así como su futuro, el ámbito en el que desarrollará su apostolado, su después. El tener en cuenta el proceso evolutivo concreto de la persona. Puede aportar conocimientos sobre las motivaciones. Conociéndolas, el formador se dará cuenta de cuáles son las razones por las que el joven quiere seguir el sacerdocio. Aquí la psicología puede ayudar a descubrir motivaciones inconscientes, o latentes, que influyen a la hora de tomar una decisión y evaluar su grado de libertad. Además puede señalar dependencias y auto-engaños, compensaciones, huidas de una realidad asumida. A dar pautas para la formación humana (PDV 43, 72) y la maduración afectiva (y su importancia, en PDV 44).

Le ayuda a evitar falsas espiritualizaciones, que pueden complicar la solución del problema, al no querer enfrentar un problema que se da en el plano humano. Puede ayudar de forma específica en lo que se refiere a las disposiciones y aptitudes humanas del candidato. De otro modo,  la psicología puede ser un instrumento para conocer signos o señales de algunas patologías que podrían ser obstáculo o impedimento para la vida sacerdotal. Ayudan también a descubrir otras señales de patologías que, mediante una ayuda adecuada, no impiden acceder al sacerdocio[2].

Sin embargo, la psicología es un método natural, resultando inadecuado para discernir la vocación sobrenatural. Las ciencias humanas pueden resultar sumamente útiles para trabajar la parte humana que debe acoger la gracia sobrenatural de la vocación, pero no pueden volverse nunca en criterio último de discernimiento vocacional[3].







[1] CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA. Orientaciones para el uso de las competencias de la psicología en la admisión y en la formación de los candidatos al sacerdocio, 2008.


[2]   Cf. Juan José RUBIO, «El lugar del acompañamiento psicológico en el proceso de formación en el seminario mayor», en Seminarios 54/189-190 (2008) 198-203.


[3] Mauro, Piacenza. «Retos de la formación sacerdotal hoy», En Seminarios, LIV/189-190 2008, p. 22.


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