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domingo, 12 de agosto de 2012

Bienaventuranzas de los seminaristas!!

Por Luis Paul


Hace exactamente un año que dejé el seminario, dejé de ser seminarista; ahora soy diácono. Y repasando un poco mi vida de seminarista me doy cuenta de la muchas posibilidades que el seminario presentó para mi formación. He querido presentarte a partir de mi experiencia de seminarista, estas virtudes a modo de bienaventuranzas que sin duda me ayudaron en el momento de mi discernimiento vocacional.
Bienaventurados los seminaristas que meditan diariamente la palabra de Dios.

Bienaventurados los seminaristas que hacen de la Eucaristía el centro de su vida.
Bienaventurados los seminaristas que quieren ser sacerdotes santos.
Bienaventurados los seminaristas que son fieles a la palabra dada y compromisos asumidos.
Bienaventurados los seminaristas que no juegan con los sentimientos de otras personas.
Bienaventurados los seminaristas que practican algún deporte.
Bienaventurados los seminaristas que son fieles a la confesión y son sinceros con su director espiritual.
Bienaventurado los seminaristas que dedican un tiempo especial para visitar al Santísimo.
Bienaventurados los seminaristas que practican la pobreza al estilo de Jesús.
Bienaventurados los seminaristas que obedecen desde el corazón.
Bienaventurados lo seminaristas de conciencia recta y evitan el pecado.
Bienaventurados los seminaristas que son seminaristas dentro y fuera del seminario.
Bienaventurados los seminaristas que aman y hablan bien de su madre la Iglesia y de sus hermanos los sacerdotes.
Bienaventurado los seminaristas que saben emitir juicios serenos y justos con respecto a personas y acontecimientos eclesiales.
Bienaventurados los seminaristas que son amables con los empleados del seminario.
Bienaventurados los seminaristas puntuales y respetuosos.
Bienaventurados los seminaristas que a ejemplo del Maestro, tienen preferencia por los pobres, y débiles del mundo.
Bienaventurados los seminaristas que visten y se comportan adecuadamente.
Bienaventurados los seminaristas prudentes y de pocas palabras.
Bienaventurados los seminaristas que no han olvidado el lugar de donde salieron.
Bienaventurados los seminaristas que no hablan mal de sus formadores.
Bienaventurados los seminaristas que se forman en la libertad responsable.
Bienaventurados los seminaristas que son motivo de inquietud vocacional de otros jóvenes.
Bienaventurados los seminaristas que ven al Seminario como una casa de oración.
Bienaventurados los seminaristas que se esfuerzan por vivir el celibato.
Bienaventurados los seminaristas que quieren ser pastores antes que doctores.
Bienaventurados los seminaristas puros de pensamientos y sentimientos.
Bienaventurados los seminaristas disponibles a ir a cualquier parte del mundo por causa del Evangelio.

Bienaventurados los seminaristas, que tienen como modelo y ejemplo de vida a María Santísima.




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