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jueves, 2 de mayo de 2013

Los Seminarios peregrinan a Montilla, tras las huellas de San Juan de Ávila

Por  Jesús Sánchez García.
Seminarista del Seminario Mayor San Fulgencio
 Diócesis de Cartagena - España

Arracimados entorno al patrono del clero secular español, San Juan de Ávila, más de 300 seminaristas de todas las diócesis de las provincias eclesiásticas de Granada y Sevilla peregrinamos ayer primero de mayo a la ciudad cordobesa de Montilla.


El pasado 7 de octubre el Papa Benedicto XVI declaraba al Maestro Ávila Doctor de la Iglesia, esta peregrinación tras sus huellas ha sido una ocasión propicia para dar gracias a Dios por su vida y enseñanza.

Iniciamos el encuentro en la Basílica de San Juan de Ávila, donde D. Ángel Pérez Pueyo, secretario técnico de la comisión de seminarios de la Conferencia Episcopal Española, esbozó unas claves para poder interiorizar aquellos aspectos de las enseñanzas de San Juan de Ávila que podían ayudarnos en nuestra formación como candidatos al ministerio sacerdotal.

A continuación tuvo lugar la Santa Misa, presidida por el Obispo de Cádiz-Ceuta, D. Rafael Zornoza y concelebrada por el Obispo de Cartagena, D. José Manuel Lorca, junto con los rectores, formadores y otros sacerdotes de las archidiócesis de Granada y Sevilla.

El encuentro se desarrolló en un clima de profunda fraternidad y gratitud al Señor. Peregrinar a Montilla, tras la huellas del Maestro, fue contemplar como la vida de San Juan de Ávila fue un canto de amor a la Iglesia; su gran amor: Cristo, y este Crucificado; su pasión: la predicación del Evangelio; y su predilección: la alteza del ministerio sacerdotal.

San Juan de Ávila fue maestro de santos, a su consejo se pusieron san Francisco de Borja, san Juan de Dios y la misma Teresa de Jesús, que lloró apenada al recibir la noticia de su muerte. Como buen preceptor de santos no podía por menos que exigir esa misma santidad a los sacerdotes con los que tenía ocasión de tratar: “Divino ha de ser quien trata con la divinidad; y a aquel Señor se ha de convertir especialmente, al que tantas veces consagra y recibe sacramentalmente”. Los escritos sobre el sacerdocio son una llamada continua a la santidad por la cual sigue pasando hoy la renovación de la Iglesia y la apasionante tarea de la Nueva Evangelización.

Ha sido, este, un encuentro gozoso, donde hemos podido compartir el testimonio de nuestra vocación, la situación de nuestros seminarios y diócesis, la alegría de ver como cada día nuevos jóvenes acogen la llamada del Señor para servirle en el ministerio sacerdotal. En definitiva pudimos comprobar la riqueza de nuestros seminarios y dar gracias a Dios por esta institución de la Iglesia, sobre la que tanto escribió y que es, sin duda, fruto las lagrimas que cada día derramaba sobre el altar cuando celebraba el Santo Sacrificio de la Misa.

Pido al Señor que esta experiencia de comunión que pudimos vivir en el día de ayer, se siga prolongando a la puerta del Sagrario pidiendo, cada día, al Señor los unos por los otros. Que por intercesión de la Santísima Virgen y san Juan de Ávila, siga bendiciendo a nuestros seminarios con santas y abundantes vocaciones y a nosotros nos conceda un corazón encendido en su amor para perseverar en este hermoso camino de preparación al sacerdocio.




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