Buscar

Entradas populares

viernes, 10 de mayo de 2013

La oración de un preso y la de un seminarista!


Por Luis Alva

Trabajo en un Seminario de formador y los fines de semana atiendo pastoralmente a un grupo de presos en la cárcel de la ciudad. Con ambos grupos tengo vivencias  espirituales muy profundas, especialmente en la celebración de la santa misa y en los momentos intensos de oración. De ambos grupos, cada día quedo sorprendido, principalmente por la conciencia de lo sagrado y por la profundidad trasmitidos en sus gestos y sentimientos en los momentos de oración. El segundo grupo me sorprende más, siento que sus oraciones brotan de lo más profundo de su intimidad, oran por necesidad, porque tienen hambre y sed de Dios, no entienden de la mistagogia de la misa como los primeros, pero la viven como si estuvieran en el cielo. No saben si rezan al Padre al Hijo o al Espíritu, pero lo hacen con un trato de intimidad como quien le hablan a un amigo. Un día he llevado a tres seminaristas (de los mejores) a una celebración con los presos, cuando llegó  el momento de la oración donde todos cierran los ojos y levantan las manos y libremente expresan lo que sienten, o cualquier otra petición; después de un ligero tiempo, levanté la mirada para ver a los seminaristas, y ellos allí, como estatuas, con la cara como quien dice a que hora termina esto, todos unos apáticos espirituales. Acaso cuando una persona va a una fiesta no es para divertirse, para disfrutar de ella con los "demás"? Pues, ocurre lo mismo con los momentos de oración, uno reza con los "demás"; no hay que ser indiferentes, si tienes que cerrar los ojos, si tienes que alzar la manos, si tienes que arrodillarte, si tienes que expresar tus sentimientos, si tienes que llorar, Hazlo!   A partir de esta experiencia quiero hacer un "apreciación", sobre la oración del seminarista y la oración de un preso, por ser una apreciación, el margen de error es gigante.

El seminarista reza por su perfección, por su santidad, para que cada día sea mejor, y se siente privilegiado  delante de Dios, y   su oración es: ¡haznos Señor santos como Tú!.El preso reza por sus pecados, por su conversión, y se siente humillado delante de Dios, y su oración es:  ¡perdóname Señor que soy un pecador!

El seminarista tiene garantizadas todas las comidas, sabe que hay mucha gente que padece hambre y muchos llegan hasta la muerte por ello, y su oración es  ¡Da pan Señor a los que tienen hambre, y a nosotros danos hambre y sed de ti. El preso vive en carne propia el hambre y la sed, no sabe si el día de mañana tendrá o no comida, y si la tiene es una comida de “pobre” y su oración es ¡Danos hoy el pan de cada día!

El seminarista da gracias a Dios por el chamado, por su vocación, por  su salud, por las personas que lo apoyan, y su oración es ¡no me dejes caer en tentación y líbrame del mal!; el preso pide por su vida, por su salud, por las personas que no le apoyan, por las personas a quienes ha hecho daño y su oración es, ¡Señor, tenme piedad, aunque a ti clame sin fe!

El seminarista tiene un nivel alto de consciencia de pecado, y evita pecar, y su oración es así como yo perdono a los que nos ofenden; el preso  tiene más conciencia del perdón que del pecado, y siempre pide perdón, y su oración es ¡Señor perdona que te niegue o riña y el ara tienda con bochorno infame!

El seminarista esta lleno de la gracia de Dios, por la vivencia de los sacramentos, y su oración es !Santificado sea tu nombre¡; el preso esta lleno de pecado, de sufrimiento, de necesidades espirituales y materiales; sin embargo, lleno de esperanza porque  sabe que donde sobreabundo el pecado sobreabunda la gracia, y que habrá mas alegría en el cielo por un solo pecador que se arrepienta que por mil que no lo necesiten. Y su única oración es ¡líbrame del mal!

El seminarista reza de pie o sentado, el preso lo hace de rodillas. El seminarista reza de memoria, el preso reza con el corazón. El seminarista reza con el breviario, el preso con la biblia. El seminarista reza porque llegó la hora, el preso porque llegó Dios. El seminarista reza todos los días, el preso como si lo hiciera todos los días. El seminarista reza lo que vive, el preso vive lo que reza.

PARA REFLEXIONAR:

Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano.Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias." En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:¡Oh Dios!¡Ten compasión de mí, que soy pecador!. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido. Jesucristo, según el Evangelio de Lucas 18:10-13


0 comentarios:

Publicar un comentario