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miércoles, 24 de abril de 2013

Seminaristas, primeros e inmediatos apóstoles de la vocación en medio de otros jóvenes


Por Luis Alva

No existe en la Iglesia mejor herramienta para entusiasmar y motivar a los jóvenes por el sacerdocio o a la vida consagrada, que la  vida ejemplar de sacerdotes, religiosas y religiosos, y seminaristas. En el caso de los sacerdotes, Juan Pablo II, decia: “la vida misma de los presbíteros, su entrega incondicional a  la grey de Dios, su testimonio de servicio amoroso al Señor y a su Iglesia, su concordia fraterna y su celo por la evangelización del mundo, son el factor primero y más persuasivo de fecundidad vocacional” (P.D.V 41). De hecho, los sacerdotes son, en muchas ocasiones, testimonios de entrega a la Iglesia, capaces de una gozosa generosidad, de humilde adaptación a las distintas situaciones en las que trabajan. Su ejemplo suscita el deseo de grandes compromisos en la Iglesia y la voluntad de ofrecer la propia vida al Señor y a los hermanos (1). En modo particular, ejerce una fuerte atracción en los jóvenes el compromiso de los sacerdotes hacia las personas hambrientas de Dios, de los valores religiosos y en condiciones de gran pobreza espiritual (2).

De esto que se dice del sacerdote, por analogía, se puede decir también de los que están en camino del sacerdocio. De los seminaristas.

Es cierto que la pastoral vocacional es tarea de todos (Cf. OT 2), pero recae principalmente en algunos por la propia forma de vida, como son los sacerdotes, religiosas y religiosos y los seminaristas. A los seminaristas hay que recordarles una consolidada verdad pastoral: «Nadie es más adecuado que los jóvenes para evangelizar a los jóvenes. Los jóvenes estudiantes que se preparan al presbiterado, los jóvenes y las jóvenes en vía de formación religiosa y misionera, a título personal y como comunidad son los primeros e inmediatos apóstoles de la vocación en medio de otros jóvenes»(3).

Los seminarista dentro del seminario y fuera de él, están llamados a realizar siempre una atenta y responsable pastoral vocacional. El solo hecho de que  los vean alegres, convencidos de lo que hacen y dicen, concentrados en las exigencias de su proceso formativo, coherentes con la propia opción vocacional, cercanos y amables hacia con los demás,   y sin añorar las cosas "del mundo", anima y entusiasma a los jóvenes por el sacerdocio o la vida consagrada; también sucede, y no puedo dejar de no mencionarlo, que algunos seminaristas se convierten en "impedimento vocacional", sus vidas en lugar de motivar y animar a los jóvenes, escandalizan. Varios con la "incoherencia vocacional" o "la doble vida", y muchos con comentarios imprudentes sobre la vida del seminario; de su propia madre, la Iglesia; de los consejos evangélicos, sobre todo del celibato; destruyendo así el esfuerzo de tantas familias, sacerdotes, religiosas y religiosos que han dedicado su tiempo en motivar a los jóvenes para que vivan la experiencia del seminario como un discernimiento y un ambiente apropiado para escuchar el llamado de Dios. Esta "incoherencia" no sólo no motiva a que los jóvenes se entusiasmen por el sacerdocio, sino que, muchas veces desanima a los que ya se encuentran discerniendo su vocación en el seminario. 

Por otra parte, el seminarista tiene muchas posibilidades para motivar la pastoral vocacional. Desde la formación del grupo vocacional que en muchos seminarios se realiza; su presencia en la comisión parroquial de pastoral vocacional; y su participación en la Pastoral vocacional diocesana. La presencia del seminarista en la Pastoral vocacional es requerida y conveniente. En este sentido ningún seminarista esta dispensado del trabajo de pastoral vocacional. Todo su quehacer del seminarista se convierte en pastoral vocacional. En este año que estamos celebrando el "Año de la fe" es una invitación directa para re-evangelizar a los jóvenes. Recuerda estimado seminarista que todos somos responsables de la pastoral vocacional, y si tendríamos que indicar a los responsables más cercanos, serían ustedes.




[1] Congregaciones para las Iglesias Orientales, para los Religiosos y los Institutos Seculares, para la Evangelización de los Pueblos, para la Educación Católica (a cura de), Desarrollos del cuidado pastoral de las vocaciones en las Iglesias particulares: experiencias del pasado y programas para el futuro. Documento conclusivo del II Congreso internacional de los obispos y otros responsables de las vocaciones eclesiásticas - Roma, 10-16 de mayo de 1981 (2 de mayo de 1982), n. 41. Original en italiano, la traducción del texto al español pertenece a la redacción.
[2] «El servicio de amor es el sentido fundamental de toda vocación, que encuentra una realización específica en la vocación del sacerdote», (Pastores dabo vobis, n. 40: AAS 84 [1992] 725).
[3] «Vuestro entusiasmo, vuestra comunión, vuestra vida de oración y vuestro generoso ministerio, son indispensables. Puede suceder que sintáis cansancio o miedo ante las nuevas exigencias y las nuevas dificultades, pero debemos confiar en que el Señor nos dará la fuerza necesaria para realizar lo que nos pide. Él – oramos y estamos seguros – no dejará que falten las vocaciones, si las imploramos con la oración y a la vez nos preocupamos de buscarlas, conservarlas con una pastoral juvenil y vocacional llena de ardor e inventiva, capaz de mostrar la belleza del ministerio sacerdotal», (Benedicto XVIDiscurso con ocasión del Encuentro con los Sacerdotes, los Diáconos, los Religiosos, las Religiosas, los Superiores y los Alumnos, Catedral de San Rufino-Asís, 17 de junio de 2007, en Insegnamenti III-1 [2007] 1138).


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