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viernes, 1 de marzo de 2013

¿Hoy me toca corbata o cleriman? El sacerdote y el cleriman!

Por Luis Alva

No sé si a algunos de ustedes le ha pasado que, hay días que uno lidia con la vestimenta, que si luego hace calor, que si hace frío, que si  el pantalón no pega con la camisa, que si manga larga o manga corta, que si de negro o de blanco;  o lo más común en los curas, ¿hoy me visto de cleriman o de "normal"? Muchos dan respuesta inmediata a esta situación señalando que "según el tipo de reunión o según el lugar donde se asiste", aplican la común frase: es cuestión de ubicarse. No es lo mismo ir de paseo al campo que ir a una reunión de autoridades civiles, lo mismo sirve para la vestimenta. Pues se es sacerdote con ella o sin ella. 
Ciertamente, existen curas irreconocibles que parecen empresarios y, uno que otros, modelos de televisión, en sentido positivo. Otros, fácil de confundirlos con el sacristán o el señor de la casa. Hay otros tipos de curas, me refiero a los que llevan la sotana y los que visten de negro y cuello romano las 24 horas, exagerando un poco. Te dejo un artículo del padre Jorge Loring sobre el sacerdote y el cleriman, que me pareció digno de ser leído y meditado.

La normatividad respecto a la vestimenta del sacerdote es clara,  así lo contempla el CIC. c. 284: Los clérigos han de vestir un traje eclesiástico digno, según las normas dadas por la Conferencia Episcopal y las costumbres legítimas del lugar.

Pero, con independencia de lo que hoy dicta "la ley y la costumbre", en este breve artículo me propongo compartir ejemplos gráficos muy sencillos para aceptar con alegría la bondad del distintivo sacerdotal, y los beneficios que de ello se derivan para el pueblo de Dios. 


1: El sacerdocio pertenece al orden del "ser" y no del "hacer". El sacerdote ES sacerdote siempre, no "hace" como tal como si fuera una función. El sacerdocio es esencial, imprime carácter sacramental eterno. No es algo que se quita y se pone. El sacerdote lo es todo el día, haga lo que haga, y toda la vida, sea en trabajo pastoral o en descanso, despierto o dormido. Es sacerdote para la eternidad. El cleriman aparece como un signo de identidad tanto para el mismo cura como para todo el pueblo de Dios. Entonces, si yo soy sacerdote, ¿porqué ocultar mi identidad?

Ejemplo: Preguntemos a un laico que porqué no se viste de cura. Responderá que no lo hace porque NO es cura. Pues el cura que NO se viste de laico no lo hace porque NO es laico.

2: El sacerdocio lleva implícita una marca de fidelidad. El celibato es un Don de Dios que convierte el corazón del sacerdote en un lugar abierto a todos porque en su centro no hay nadie en exclusiva. Todos caben en el corazón del cura, y ello por la fidelidad prometida en la ordenación. Entonces, si soy sacerdote, ¿porqué ocultar mi fidelidad?


Ejemplo: Preguntemos a un laico casado que porqué no se quita el anillo de boda. Responderá que no lo hace porque es fiel. Pues el cura que no se quita el cleriman lo hace porque en ello redunda su deseo de ser fiel.


3: El sacerdocio contiene la alegría de recibir una vocación sin mérito alguno de su parte. Dios en su misteriosa providencia regala esa vocación a algunos hombres. Y el cleriman es un signo externo de esa felicidad recibida. Entonces, si soy sacerdote ¿porqué ocultar mi alegría?


Ejemplo: Preguntemos a un laico casado si oculta su condición delante de los demás. Responderá que no lo hace porque quiere a su esposa y está feliz con ella. 

Pues el cura no se quita el cleriman porque desea compartir con todo el mundo su mayor alegría.

4: El sacerdocio incorpora la tribulación propia de no ser comprendido por todos, como tampoco lo fue Cristo que acabó muerto en la cruz. El cleriman aparece ahora como signo externo de valentía y respeto frente a un ambiente secularista donde lo religioso es a veces ridiculizado o abiertamente atacado. Entonces, si soy sacerdote, ¿ocultaré mi identidad para estar más "cómodo" en esta realidad que me toca vivir?


Ejemplo: Preguntemos a un laico casado si prefiere estar a bien con los demás o a ser fiel con quien se casó para lo bueno y lo malo. Responderá que el amor a su esposa está por encima del "qué dirán". Pues el cura no se quita el cleriman porque ese signo "moleste" a otros, sino que lo mantendrá para ser fiel en las buenas y las malas como es propio del compromiso verdadero.

Con estos cuatro ejemplos, ajenos a la argumentación basada en la ley canónica y la costumbre reciente, se puede concluir expresando que, si bien lo que más importa de un sacerdote es un entrega a Dios, su amor fraterno, su apostolado y su corazón misericordioso de pastor, el cleriman aparece como el signo que ayuda a esa vida espiritual y pastoral, y la hace más coherente con el Don recibido de la vocación. 
Publicado por ReligionenLibertad


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