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lunes, 5 de noviembre de 2012

Bienaventuranzas del Seminarista!


Seminario de Madrid

Feliz el seminarista que:

Camina hacia el ministerio sacerdotal a pesar de las objeciones del ambiente, porque sabe que los hombres siguen tiendo necesidad de Dios hoy, mañana y siempre.

Ha descubierto que Dios está vivo y que necesita de hombres que vivan para Él y que lo lleven a los demás.

 Ha descubierto que no se llega a ser sacerdote solo sino en una comunidad de discípulos.

Pone en el centro de su vida la relación personal con Dios en Jesucristo para llegar a ser mensajero de Dios entre los hombres.

Aprende a vivir en contacto permanente con Dios, como punto de referencia que le hace descubrir tanto los errores como todo lo hermoso y bueno que hay en su vida.

Sabe celebrarla Eucaristía con participación interior para encontrarse a Cristo en persona.

Aprende a conocer, entender y amar la liturgia de la Iglesia como un gran coro de oración con los fieles de todos los tiempos.

Vive el sacramento de la Penitencia con una conciencia agradecida de que Dios siempre está dispuesto al perdón, sin ser escrupuloso pero luchando por la santidad y la santificación.

Reconociendo su miseria, llega a ser más tolerante y comprensivo con las debilidades del prójimo.

Sabe apreciar una piedad popular purificada y centrada en lo esencial que le permite integrase con el Pueblo de Dios.

 Estudia con tesón y aprovecha los años de estudio para conocer y comprender la estructura interna de la fe.

 Va consiguiendo un equilibrio justo entre corazón y mente, razón y sentimiento, cuerpo y alma, para llegar a ser humanamente íntegro.

Camina vigilante y atento en un proceso de discernimiento para vivir una humanidad auténtica, pura y madura en la vida celibataria.

Sabe vivir su propia espiritualidad particular en el conjunto de las diversas formas de espiritualidad suscitadas como dones del Espíritu a la Iglesia.

Vive su etapa en el seminario como un periodo en el que aprende con los otros y de los otros.

Asimila la generosidad y la tolerancia para hacer posible el enriquecimiento mutuo en la vida comunitaria.

* A partir de la carta de Benedicto XVI a los seminaristas (18-X-2010)


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